¿CÓMO NOS FUE EN EL 2025?

PERSPECTIVA
Por Marcos Pineda Godoy
Miércoles 17 de diciembre de 2025
Las dos últimas colaboraciones para medios de comunicación de este año quiero dedicarlas, una, a un breve balance de cómo nos fue en tanto país este 2025 y, la otra, del próximo viernes, a las expectativas sobre temas de atención en general para el 2026, que considero deben ser prioridad en la agenda nacional.
Este año se concretaron y aterrizaron casi todas las reformas a la Constitución que el expresidente, Andrés Manuel López Obrador, dejó como encargo. Siguen pendientes las relacionadas con los aumentos a los salarios de los cuerpos policíacos y el magisterio, mismas que ya están aprobadas, pero no han sido publicadas y, por tanto, no pueden entrar en vigor. Claro, por falta de recursos.
Otro pendiente, que se desahogará en los primeros meses del 2026, es el de la reforma electoral. Pero, de ello hablaremos el viernes que viene. Por lo pronto, las reformas constitucionales, a las que el régimen evita referirse como “estructurales”, ya tomaron su rumbo y están modelando el futuro inmediato.
La cuarta transformación está cumpliendo sus promesas. México ya no es el mismo. El Poder Judicial fue reformado, la configuración de las instituciones y sus relaciones cambiaron también. Ya no hay contrapesos al poder presidencial, salvo los que surgen desde adentro de su propio movimiento político y su partido, que son encarnados por los personajes que ocupan puestos clave, ya bien de representación popular o de dirigencia partidaria.
El régimen pudo sostener la economía nacional, su funcionamiento en lo general y los programas sociales en lo particular, pero sin dejar de tener una producción deficitaria, que obliga a una mayor e histórica contratación de deuda pública, que no es otra cosa que créditos contraídos a nombre de los mexicanos. Ya la libramos en el 2026. Según el gobierno, vamos muy bien. Pero eso es el discurso. La realidad es que los recursos se están agotando y a la administración le urge cobrar más por impuestos, hacerse también de los que provean los aranceles que entrarán en vigor en enero y reducir los gastos, los que sean, con tal de poder cumplir con los programas sociales, que son el eje estratégico de su apuesta electoral.
Desde por ahí de los sesenta y setenta del siglo pasado, ningún presidente ha tenido tanto poder como lo tuvo ahora la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo. Ni López Obrador lo tuvo, al menos no formalmente, pues ahora ya no se trata de convencionalismos, tradiciones o reglas no escritas del sistema. Todo ha sido puesto y dispuesto en la Constitución y las leyes, en el control y dominio hasta de los pocos órganos que hoy todavía ostentan el título de autónomos, funcionando, en la práctica, como apéndices.
El cuestionamiento va más allá. Si Sheinbaum tiene tanto poder a su alcance y disposición ¿por qué persiste la popularizada idea de que quien sigue teniendo los hilos del poder en sus manos y tomando o sugiriendo las decisiones más importantes es el inquilino del rancho de Palenque?
En torno a estos temas, con sus profundidades y detalles, es como creo que transcurrió el año que ya pronto se nos va.
Y PARA INICIADOS:
Una deuda que deja el régimen es la del combate a la corrupción, la opacidad, el amiguismo y el nepotismo. Ya hasta se fueron de vacaciones los distinguidos cuadros morenistas, bien quitados de la pena, todos esos señalados en uno u otro sentido. Sobre ninguno, sobre ninguna, hay una carpeta de investigación abierta, a pesar de que las evidencias, las denuncias y las sospechas fundadas que son de dominio público.
La información es PODER!!!
