Compras consolidadas de medicamentos en México: ¿Solución eficaz o fuente de desabasto?
LA CRÓNICA DE MORELOS. Jueves 31 de octubre de 2024.
El sistema de compras consolidadas de medicamentos en México surgió formalmente durante el gobierno de Enrique Peña Nieto en 2013. En esa administración, la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) comenzaron a implementar un sistema centralizado para reducir costos y mejorar la eficiencia en la adquisición de insumos en todo el sistema de salud pública de nuestro país.
Sin embargo, el modelo de compras consolidadas recibió un impulso mucho mayor durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). A partir de 2019, su administración hizo cambios significativos en el esquema, centralizando aún más el proceso y eliminando intermediarios en la compra de medicamentos, con el objetivo de combatir la corrupción y reducir precios. Además, se hicieron acuerdos con organismos internacionales, como la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), para gestionar una parte de las compras, ampliando el alcance y la regulación.
El sistema se implementó como una estrategia para reducir costos y mejorar la eficiencia en la adquisición de insumos médicos para el sistema de salud pública. Desde sus primeras etapas, el gobierno buscó centralizar las adquisiciones de medicamentos y equipo médico para aprovechar economías de escala, optimizar el presupuesto de salud y garantizar una mayor transparencia en los procesos. La idea de esta estrategia era que la compra en grandes volúmenes permitiría negociar mejores precios con los proveedores y asegurar una distribución más equitativa de las medicinas.
Sin embargo, en la práctica, este sistema se ha enfrentado a diversos retos. Uno de los principales problemas ha sido la falta de planificación en las licitaciones, lo que ha ocasionado retrasos en las entregas y desabasto de medicamentos en instituciones clave como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). A esto se suma la dependencia de algunos insumos de proveedores internacionales, quienes, al enfrentar cambios en la demanda global, no siempre cumplen con los tiempos establecidos. La falta de coordinación entre diferentes actores y una centralización excesiva también ha dificultado la respuesta oportuna a las necesidades locales, afectando directamente a los pacientes.
Otro aspecto a considerar es el impacto que esta estrategia ha tenido en la industria farmacéutica nacional. Al concentrarse las compras en pocos proveedores y al establecer precios límite, muchas empresas pequeñas y medianas han quedado fuera de las licitaciones, disminuyendo la competencia y afectando el desarrollo de la industria local. Además, la presión para reducir costos ha llevado a que algunos medicamentos se adquieran a precios bajos, sacrificando la calidad y confiabilidad de ciertos productos. Este aspecto ha generado preocupaciones sobre la seguridad de los medicamentos adquiridos, y ha sido un punto de crítica tanto por parte de la industria como de diversos sectores de la sociedad.
A pesar de estos desafíos, el sistema ha logrado algunos avances en transparencia y control del gasto público. Al centralizar las compras, el gobierno ha podido monitorear de manera más eficaz el presupuesto destinado a medicamentos y reducir el impacto de la corrupción en los procesos de adquisición. La eliminación de intermediarios y la supervisión en la adjudicación de contratos han permitido una mayor rendición de cuentas. Sin embargo, estos logros no han sido suficientes para compensar el impacto del desabasto y las fallas en la logística de distribución, que han afectado a millones de pacientes.
En conclusión, aunque el sistema de compras consolidadas de medicamentos en México se concibió con buenas intenciones, en la práctica enfrenta grandes obstáculos que han impedido su éxito pleno. El desabasto, los problemas logísticos y la afectación a la industria farmacéutica nacional son cuestiones que aún deben resolverse. Para que el sistema alcance sus objetivos, es crucial que el gobierno ajuste su estrategia, incorpore actores locales, mejore la planificación y adopte una visión más flexible que permita atender las necesidades específicas de cada región del país. Sin estos cambios, el sistema podría terminar siendo más un obstáculo que una solución.