CONTROL DE PLAZAS Y ELECCIONES
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 16 de febrero de 2024
Alejandra Cullen, analista política con presencia en importantes medios nacionales de comunicación, entrevistada este miércoles por el periodista José Cárdenas en la cadena Uno TV, consideró que la mayoría estudios realizados hasta ahora sobre la violencia política, dentro del proceso electoral cuya parte más álgida serán los comicios el 2 de junio próximo, coinciden en que se trata de garantizar el control de las plazas por grupos del crimen organizado. Es decir, cientos de ayuntamientos mexicanos podrían llegar a ser dominados por narcotraficantes locales o delincuentes dedicados a más vertientes de la criminalidad.
En torno a este grave flagelo, infinidad de alcaldes, regidores y síndicos de Morelos tienen experiencia, no de ahora, sino de periodos anteriores, cuando fueron objeto de fuertes presiones por células delictivas a manera de extorsión. Las autoridades ministeriales tienen abiertos expedientes con denuncias de ediles ante los frecuentes casos de extorsión.
Los criminales les han exigido grandes cantidades de dinero y encubrimiento para poder mantener ciertas localidades como sus centros de operaciones. Siempre han buscado impunidad y recursos económicos. Recuerden ustedes lo ocurrido el 19 de enero de 2011 durante un operativo del Ejército en una casa de seguridad situada en la zona sur. Los militares encontraron una “narcolibreta”, donde aparecían los nombres de varios presidentes municipales confabulados con una célula delincuencial al servicio de Edgar Valdez Villarreal (“La Barbie”), con las cantidades pagadas a aquellos ediles por su protección. Según trascendió allá y entonces, ambos bandos se beneficiaron mutuamente con actividades ilícitas.
Aquí deseo establecer una analogía de las acciones criminales actuales con las de los bandidos o bandoleros de épocas remotas. Pareciera como que existe un maridaje entre los poderosos de la actualidad con el “bandidaje”, tal como ocurrió en antaño. El objetivo de las partes involucradas es hacerse de dinero fácilmente. Este planteamiento surge frente a la posibilidad de que los “bandoleros” de nuestros días estén siendo utilizados por los magnates de la política y/o empresariales para desestabilizar a los regímenes gubernamentales (federal y estatales) y ampliar el margen de maniobra de un determinado partido o grupo político sobre el país.
Lo anterior se agudizó después de la guerra declarada en 2007 por el gobierno federal en contra del crimen organizado, la que nunca ganó. Al contrario: la acción criminal se transfirió al sexenio de Peña Nieto y hoy en día, con López Obrador al frente del Ejecutivo federal, las bandas siguen reproduciéndose y arraigándose entre nosotros, tal como lo verificamos con recientes hechos sangrientos en determinadas entidades, incluida la nuestra.
Pareciese como si alguien, incluso desde adentro de las instituciones, sostuviera a los “bandoleros” modernos. Aquí agregaré la afirmación de Edgardo Buscaglia, asesor de la ONU, expresada el 25 de junio de 2008 durante una conferencia organizada por la PGR:
“Entre 50 y 60 por ciento de los gobiernos municipales en México han sido ‘capturados o feudalizados’ por el narcotráfico. Los altos niveles de corrupción y delincuencia sólo pueden ser sostenibles cuando los estados no gozan de niveles aceptables de gobernabilidad, surgiendo alianzas tácitas o explícitas entre actores políticos y empresas privadas con organizaciones criminales; eso se da en Rusia, en China y no me llamaría la atención que también ocurra en México”. Aquella declaración data de mediados de 2008, pero aplica a cabalidad en tiempos recientes.
El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos ha señalado, en no pocas ocasiones, que México potencialmente puede enfrentar en el futuro un rápido y súbito colapso porque su gobierno, sus políticos, policía y su infraestructura judicial están bajo un asalto constante por parte de bandas criminales y los cárteles de la droga. El aumento y el carácter tan dramático de la violencia ha llevado a que algunos observadores cuestionen la fortaleza del gobierno de México, hasta caracterizarlo potencialmente como un estado fallido.
A manera de conclusión podemos afirmar: “El nuevo feudalismo, aliado al ‘bandidaje’, sigue su marcha implacable”. El pasado vuelve a ser presente.