CRISIS EN EL SECTOR AZUCARERO DE MORELOS: DESAFÍOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y AMBIENTALES
Por Guillermo Cinta Flores
El sector azucarero de Morelos enfrenta una crisis multifacética que amenaza su sostenibilidad. La caída del 10 por ciento en el precio por tonelada de caña, de aproximadamente 20,000 a 18,000 pesos, impacta directamente a los productores locales, quienes dependen de ingenios como los de Zacatepec y Casasano.
Esta reducción se debe a las elevadas importaciones de fructosa desde Estados Unidos (1.1 millones de toneladas anuales) y a la falta de cumplimiento en la producción destinada al mercado interno, lo que reduce los ingresos en una región donde la caña de azúcar es un pilar económico. Además, los mercados internacionales no son rentables, ya que los excedentes mexicanos se venden a precios hasta un tercio inferiores a los del mercado nacional, limitando las opciones de los productores de Morelos.
El consumo per cápita de azúcar en México ha disminuido un 35 por ciento en los últimos 30 años, pasando de 48 a 31 kilos por persona, debido a la sustitución por jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) y edulcorantes no calóricos. En Morelos, esta tendencia reduce la demanda de azúcar producida localmente, afectando la viabilidad de los ingenios y los aproximadamente 170,000 productores de la región. Las campañas de salud que estigmatizan el consumo de azúcar de caña, sin diferenciar su impacto frente a los edulcorantes artificiales, agravan esta situación. La industria refresquera, un mercado clave, opta cada vez más por la fructosa importada, desplazando al azúcar natural y afectando la economía de los productores locales.
El cambio climático y las plagas representan otro desafío crítico para Morelos. Sequías, temperaturas extremas superiores a 40°C y suelos agotados por prácticas intensivas han reducido los rendimientos y la calidad de los cultivos de caña. Plagas como el mosaico viral y el barrenador del tallo complican aún más la producción. Para la zafra 2024-2025, se estima una producción nacional de 4.8 millones de toneladas de azúcar, un 25 por ciento menos que el promedio de 5.5 millones, afectando a Morelos, que forma parte de la región centro, una de las más productivas del país. La disminución de la superficie cultivada, de 800,000 a 740,000 hectáreas a nivel nacional, refleja estas dificultades.
La falta de diversificación y modernización agrava la crisis en Morelos. Los ingenios y productores locales dependen de un modelo tradicional centrado en la producción de azúcar de bajo valor agregado, sin explorar alternativas como el bioetanol, la generación de energía a partir de bagazo o la producción de compostas. La adopción de tecnologías sostenibles, como la rotación de cultivos o el uso eficiente de fertilizantes, es limitada, lo que reduce la resiliencia frente a los impactos del cambio climático. Además, la ausencia de políticas públicas efectivas para regular las importaciones de fructosa y promover el consumo de azúcar natural limita las opciones de recuperación del sector.
Para enfrentar esta crisis, los productores e ingenios de Morelos necesitan una reestructuración integral. Alianzas público-privadas, como las impulsadas por la Secretaría de Agricultura, podrían facilitar el acceso a tecnologías modernas y fomentar la diversificación hacia subproductos de mayor valor. Regular las importaciones de fructosa, fortalecer las campañas que promuevan el consumo responsable de azúcar de caña y desarrollar prácticas agrícolas sostenibles son medidas clave para garantizar la viabilidad del sector. Sin estas acciones, los productores de Morelos seguirán enfrentando una tormenta perfecta de desafíos económicos, sociales y ambientales que amenazan su subsistencia.