¿CUÁNDO PERDIMOS A CUERNAVACA?
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 12 de noviembre de 2024
Cuernavaca, capital morelense alguna vez elogiada por su clima y su arquitectura colonial, hoy está envuelta en una espiral de violencia que mantiene alterada la tranquilidad de sus habitantes. La ciudad, junto con otras áreas de Morelos, se encuentra en medio de una lucha territorial entre grupos delictivos, lo que ha derivado en un incremento de la inseguridad y en un cambio dramático en la percepción de seguridad entre los morelenses.
Nuestra amada ciudad comenzó a experimentar un imparable incremento en la violencia a principios de la década de 2000, coincidiendo con el inicio de la denominada “guerra contra el narco” en México. Esta ola de violencia se intensificó particularmente a partir de 2010, cuando los enfrentamientos entre cárteles se agudizaron, y grupos delictivos como Los Rojos, Guerreros Unidos, los Beltrán Leyva y el cártel Pacífico Sur (entre otros), establecieron su presencia en la región, disputando territorios y el control de actividades ilícitas.
Desde entonces, la violencia no ha cesado, y Cuernavaca sigue siendo escenario de numerosos actos criminales, incluyendo asesinatos, secuestros y extorsiones. Esta situación se ha mantenido a lo largo de los años, con picos de violencia que afectan la percepción de seguridad entre los habitantes y visitantes. La presencia de bandas criminales y la lucha por el control territorial han hecho que la ciudad, aunque aún es atractiva por su clima y arquitectura, viva en un estado de alerta constante, con la violencia como una sombra persistente sobre su vida cotidiana.
Recientemente, Morelos ha sido testigo de actos violentos que han incluido ejecuciones sumarias y el hallazgo de cuerpos desmembrados, lo que ha generado un ambiente de terror. Las bandas criminales están en una pelea constante por el control de la venta de drogas al menudeo, lo que ha llevado al reclutamiento de jóvenes, incluso menores de edad, para sus filas. Esta situación se ha agravado con la aparente corrupción y la ineficiencia de algunas fuerzas de seguridad.
Las autoridades responden con operativos de seguridad en zonas consideradas de alto riesgo, pero los resultados han sido mixtos. Mientras que algunos esfuerzos llevan a detenciones importantes, la violencia no cesa y la población sigue percibiendo que la respuesta gubernamental no es suficiente. Persiste un clamor por medidas más efectivas, transparentes y a largo plazo que no solo enfrenten la violencia, sino que también ataquen sus causas subyacentes.
La violencia afecta directamente la economía de Morelos, especialmente el turismo. Cuernavaca, conocida por su atractivo histórico y natural, ahora padece la disminución en visitantes, lo que repercute en los negocios locales y en la vida de muchos hogares. Además, la sensación de inseguridad cambió las dinámicas sociales, con ciudadanos limitando sus actividades fuera de casa, lo que afecta el tejido comunitario.
Para combatir la violencia se necesitan más que operaciones policiales; es necesario un compromiso con el desarrollo social, la educación y la creación de oportunidades económicas para la juventud. La sociedad y las autoridades deben trabajar juntas para devolverle a Morelos su paz y seguridad, restaurando la confianza en las instituciones y promoviendo un ambiente donde la vida humana sea valorada por encima de cualquier disputa territorial o económica.