CUAUHTÉMOC BLANCO: ¿VÍCTIMA O ESTRATEGA?
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 27 de marzo de 2025
En un nuevo capítulo de su accidentada trayectoria política, Cuauhtémoc Blanco, exfutbolista y hoy legislador, salió este jueves a las redes sociales con un mensaje claro: se dice perseguido, pero no acorralado. En un texto cargado de referencias legales y guiños a la opinión pública, el exgobernador de Morelos narró su comparecencia voluntaria ante la Fiscalía General del Estado, un acto que, según él, demuestra su compromiso con la transparencia y la justicia. Pero detrás de las palabras bien hiladas, ¿qué hay realmente? ¿Un hombre injustamente señalado o un político hábil jugando sus cartas?
Blanco no escatimó en detalles para defenderse. Recordó que el pasado 25 de marzo, el Pleno de la Cámara de Diputados desechó la solicitud de desafuero en su contra, calificándola de “notoriamente improcedente”. Para el diputado, esto no es un simple tecnicismo: es la prueba irrefutable de que las acusaciones —cuya raíz señala en la gestión del polémico ex fiscal Uriel Carmona Gándara— son un montaje, un “delito fabricado” con fines ajenos a la justicia. ¿El objetivo? Persecución política, dice él, mientras pinta un cuadro de irregularidades y presiones que, asegura, carecen de sustento jurídico.
El mensaje tiene un tono casi triunfal. Blanco cuenta que, al presentarse en la Fiscalía, la propia agente del Ministerio Público —la misma que firmó el pedido de desafuero— le confirmó que no hay “acto de molestia” en su contra. Un punto para el equipo de defensa del exfutbolista, que no duda en presentarlo como una victoria temprana. Sin embargo, no todo es tan sencillo. El legislador también dejó caer que impugnará la negativa a acceder a la carpeta de investigación, un movimiento que podría ser tanto una estrategia dilatoria como una apuesta por desmontar el caso desde sus cimientos.
Entre líneas, Blanco también juega la carta de la sensibilidad social. Con un guiño a las mujeres víctimas de violencia —un tema inescapable tras las acusaciones que lo señalan por tentativa de violación, según reportes previos—, insiste en que su lucha no debe ser manipulada con fines oscuros. Es un mensaje astuto: se distancia de cualquier percepción de indiferencia, pero a la vez acusa a sus detractores de usar una causa noble para atacarlo. La pregunta inevitable es si esto resonará en un público que, cada vez más, desconfía de las narrativas oficiales, sean de acusados o acusadores.
Y mientras el telón judicial sigue a medio abrir, Blanco no pierde el tiempo: reafirma su compromiso como legislador y promete seguir trabajando por la ciudadanía. Es una declaración de resistencia, un “aquí estoy y aquí seguiré” que busca proyectar fortaleza en medio de la tormenta. Pero también deja preguntas en el aire. ¿Por qué no abordar de frente las acusaciones específicas? ¿Es esta vaguedad una táctica para mantener el control de la narrativa o simplemente una limitación impuesta por sus asesores legales?
Lo cierto es que el caso de Cuauhtémoc Blanco está lejos de cerrarse. Entre las sombras de un ex fiscal cuestionado, una resolución parlamentaria a su favor y una comparecencia que él mismo califica de voluntaria, el ex ídolo del fútbol mexicano parece decidido a convertir este episodio en una prueba de su inocencia —o al menos de su capacidad para salir bien librado—. La justicia, dice, debe proteger y no perseguir. Habrá que ver si el tiempo y las pruebas le dan la razón, o si esta columna termina siendo solo un eco más en una saga que aún tiene mucho por contar.