CUERNAVACA 2025: SEGURIDAD EN LA MIRA, CELEBRACIÓN EN EL HORIZONTE
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 27 de febrero de 2025
Cuernavaca, la “Ciudad de la Eterna Primavera”, vive un contraste evidente entre las aspiraciones de sus autoridades y la realidad que enfrentan sus habitantes. Este jueves 27 de febrero de 2025, el presidente municipal José Luis Urióstegui Salgado participó en la Mesa de Seguridad para la Construcción de Paz, un esfuerzo conjunto con representantes de siete municipios, el Gobierno de Morelos y la federación. Con el reciente nombramiento del capitán Guillermo García Delgado como titular de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano (SEPRAC), el alcalde subrayó la necesidad de estrategias coordinadas para abordar la inseguridad, los límites territoriales y la tranquilidad de las familias. Sin duda, un catálogo de buenos deseos que busca responder a un clamor ciudadano largamente ignorado.
Mientras tanto, en otro frente, Marcos Suárez Gerard, secretario de Desarrollo Económico Municipal, anunció con optimismo la realización de la Feria Cuernavaca 2025 y el Carnaval de Cuernavaca en una conferencia de prensa ofrecida hoy. Estos eventos, diseñados para atraer turismo y dinamizar la economía local, reflejan la intención de proyectar una imagen de normalidad y celebración. Sin embargo, esta apuesta choca con el telón de fondo de una ciudad donde la violencia puede estallar en cualquier momento, como lo demuestran incidentes pasados y recientes, y donde los delitos patrimoniales mantienen en vilo a la población.
El discurso de seguridad y el impulso a eventos masivos parecen, a primera vista, dos caras de una misma moneda: el anhelo de transformar Cuernavaca en un lugar próspero y seguro.
La Mesa de Seguridad, con su enfoque en la colaboración intergubernamental, podría sentar las bases para reducir la incidencia delictiva, especialmente si se concretan las promesas de reclutamiento policial y mejora de infraestructura que Guillermo García Delgado ha esbozado. No obstante, la historia reciente sugiere que estos esfuerzos suelen quedarse en intenciones, mientras la ciudadanía sigue enfrentando robos, extorsiones y episodios de violencia que minan la confianza en las instituciones.
Por su parte, la Feria y el Carnaval representan una oportunidad económica, pero también un riesgo. En un entorno donde la inseguridad es una constante, eventos de esta magnitud exigen una planeación impecable para garantizar la protección de asistentes y comerciantes.
La paradoja es clara: promocionar a Cuernavaca como destino turístico requiere primero resolver los problemas que ahuyentan a visitantes y residentes por igual. El optimismo de Suárez Gerard es encomiable, pero sin un respaldo tangible en materia de seguridad, podría percibirse como una apuesta desconectada de la realidad.
En síntesis, Cuernavaca se encuentra en una encrucijada. Las acciones de Urióstegui y su equipo buscan proyectar control y progreso, pero el éxito dependerá de que las palabras se traduzcan en hechos.
La ciudadanía, cansada de promesas, observa con escepticismo estos anuncios mientras lidia con el día a día de una ciudad hermosa pero frágil. Quizá la clave esté en equilibrar la celebración de su riqueza cultural con una estrategia de seguridad que no solo reactive la economía, sino que devuelva la paz a sus calles. Por ahora, el 27 de febrero de 2025 marca un punto de partida lleno de esperanza, pero también de retos inmensos.