Cuernavaca: sin agua, con pipas y un alcalde que se lava las manos
LA CRÓNICA DE MORELOS. Sábado 22 de marzo de 2025.
La indignación hierve en las calles de Cuernavaca, donde el agua potable se ha convertido en un lujo inalcanzable para muchas colonias. En las últimas 24 horas, entre el viernes 21 y este sábado 22 de marzo de 2025, los habitantes han dicho “¡basta!” y han tomado carreteras y avenidas, desde la federal Cuernavaca-Tepoztlán hasta los rincones más olvidados de la ciudad.
No es para menos: la sequía en las tuberías no es un capricho de la naturaleza, sino el resultado de una gestión inepta que lleva años pudriendo el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado (SAPAC). Los bloqueos no son un simple inconveniente vial; son el grito desesperado de una población harta de lavar con cubetas y cocinar con promesas vacías.
Y ahí está José Luis Urióstegui Salgado, el alcalde que parece gobernar desde una burbuja de indiferencia. Frente a las protestas, su respuesta es tan tibia como el agua estancada que no llega a los hogares: pipas. Sí, pipas, ese parche miserable que no resuelve el colapso estructural del suministro, sino que apenas maquilla su ineptitud.
Mientras los ciudadanos queman llantas y enfrentan el sol para hacerse escuchar, él se limita a lanzar migajas de esperanza, como si unas cuantas cisternas rodantes pudieran apagar la furia de quienes llevan días, semanas o meses sin una gota en sus llaves. Es la indolencia elevada a arte, un cinismo que apesta más que las alcantarillas desatendidas.
No es la primera vez que Cuernavaca se ahoga en esta crisis. Los antecedentes son tan largos como las deudas del SAPAC con la CFE, y las bombas averiadas son tan comunes como las excusas oficiales.
Urióstegui, con su historial de promesas incumplidas, parece más interesado en sostener su nuevo periodo frente al gobierno municipal (y quizás desde ahí brincar a la gubernatura) que en meter las manos al lodo de un problema que él y sus antecesores han dejado crecer. Las pipas no son una solución; son una humillación, un recordatorio de que en pleno 2025, en la “Ciudad de la Eterna Primavera”, el agua es un privilegio que depende de la caridad del alcalde y no de un sistema funcional. ¿Cuánto más tendrán que bloquear los vecinos para que el Ayuntamiento deje de tratarlos como mendigos? Por cierto, a estas alturas de la ineptitud de funcionarios en la comuna y el SAPAC, no hay duda de que detrás del suministro de agua mediante pipas alguien del Ayuntamiento está recibiendo una sabrosa tajada.
Esto es más que una protesta por agua; es una rebelión contra la mediocridad gobernante. Los habitantes de Villa Santiago, Rodolfo López de Nava y tantas otras colonias no están pidiendo favores, sino exigiendo un derecho humano que les ha sido robado por la corrupción y la negligencia. Urióstegui puede seguir escondiéndose detrás de sus pipas, pero el eco de los cláxones y las consignas le recordará que el pueblo no olvida ni perdona. Si no despierta de su letargo, las calles seguirán ardiendo, y no será el calor de marzo el que lo queme, sino la furia de una ciudadanía que ya no cree en sus cuentos de manguera.