¿DE QUÉ SE RÍE ÁLVAREZ MÁYNEZ?
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 20 de mayo de 2024
Haya o no motivo para ello, Jorge Álvarez Máynez, candidato del Partido Movimiento Ciudadano (MC) a la presidencia de la República, siempre aparece esbozando una sonrisa de oreja a oreja, luciendo su bien trabajada dentadura a manos del odontólogo. Lo hace inclusive cuando se abordan temas que no representan ninguna hilaridad.
Durante los tres debates presidenciales en todo momento se le captó sonriente, aunque el gesto fuera forzado, tornándose en una mueca.
Hace unos días alguien subió a Twitter un vídeo donde aparece Álvarez Máynez rodeado de presuntos simpatizantes, pero con expresión adusta, como si le costara trabajo soportar la cercanía de hombres, mujeres y jóvenes deseosos de tomarse una foto con él. Sin embargo, cuando alguien le pasaba su teléfono celular para tomarse la selfie, cual vil sujeto bipolar volvía a forzar la sonrisa. Y una vez captada la imagen, regresaba a la seriedad. Quién sabe qué bicho raro le habrá picado esa vez, pero, en concreto, parece tratarse de un actor… bastante convenenciero.
¿De qué se ríe Álvarez Máynez, haya o no motivo para hacerlo? No se trata solo de sonrisas en el marco de la campaña electoral, cuando los candidatos deben muchas veces hacer de tripas corazón y mostrarse frente al electorado con grandes dotes histriónicas, aunque les desagrade rozarse con la plebe. Pudiera tratarse de un grave problema emocional insertado entre el trastorno límite de la personalidad.
En este contexto, existe información referente a la disociación ideo-afectiva. ¿Qué diantres es eso?
Consiste en que la persona piensa o dice una cosa sin que ello vaya acompañado de la emoción lógica o el afecto que le correspondería. Es decir, la idea se ha separado o disociado del sentimiento o emoción a los cuales estarían asociados. Por ejemplo, el sujeto puede sostener que está triste, pero su gesto y la expresión de su cara o bien no expresan nada, o sugieren lo contrario. Un caso diario lo representa AMLO en sus conferencias mañaneras. Nomás véanlo y me darán la razón.
Normalmente lo que pensamos o decimos va acompañado de un afecto, sentimiento o emoción, de mayor o menor intensidad, pero en las personas que presentan la disociación ideo-afectiva los afectos se separan de la idea.
He aquí lo importante: la disociación consiste en un distanciamiento de la realidad.
Sin embargo, la disociación la he visto repetida en infinidad de gobernadores que conocí durante los pasados 50 años de ejercicio periodístico. ¿De qué se reían, incluso en momentos de gran tensión? Eran hechos puntuales de evasión o desconexión de la realidad.
A todos nos ha ocurrido alguna vez en la vida. Aquello de perder la noción del tiempo, o de soñar despiertos, o abstraernos de tal forma que no recordamos algo expresado en una conversación, es real, pero puede tener su origen en la disociación estudiada por la psicología y la psiquiatría. Muchas veces se trata de trastornos de la personalidad, cuyos síntomas pueden ir de los más leves a los graves. El problema con alguien, desde el poder público, es que con ese trastorno encima toman grandes decisiones.
Cuando la disociación se convierte en trastorno de la personalidad, su origen se entiende a partir de una base emocional compleja siempre tendiente a eludir o sobrellevar circunstancias estresantes, como puede ser el dirigir a una nación. Y ahí vienen de nuevo.
Recuerden ustedes a López Obrador el 18 de septiembre de 2020 cuando, en su conferencia mañanera, mostró la portada del diario Reforma correspondiente a ese día. La vio y esbozó su conocida sonrisa de disociación, pero gritando “¡ahí están las masacres!”. Y espetó su repugnante “¡je, je, je, je!”, mirando a los colegas ahí presentes para ver si también reían, pero nadie le hizo caso.