DÉFICIT DE POLICÍAS EN MORELOS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 04 de julio de 2024
Transcurría el año de 1977, cuando vi llegar a don Jaime Morales Guillén a las oficinas de Estereo Mundo, situadas entonces sobre la avenida Morelos frente al Colegio Cristóbal Colón, con el entusiasmo que suele acompañar a los portadores de noticias exclusivas. Yo era reportero de la emisora y en ocasiones apoyaba a don Jaime en la transmisión de Línea Caliente.
¿Qué información llevaba don Jaime? Se trataba de la profesionalización de la policía preventiva de Morelos, entonces dependiente de una dirección del ramo adscrita al Poder Ejecutivo, a través de un programa de capacitación a cargo de la Oficialía Mayor, a la sazón encabezada por el inolvidable Alfredo Gutiérrez Quintanilla. Todos los policías distribuidos allá y entonces a lo largo y ancho de Morelos estarían obligados a acudir a los cursos respectivos.
La información era relevante, porque, al igual que en muchas regiones mexicanas, la policía de Morelos exhibía el resultado de la percepción ciudadana respecto a esos servidores públicos. Es decir: iletrados, mal educados, con pistola fajada al cinto, cinturón piteado, botas vaqueras, abusivos, corruptos, torturadores. mal pagados y encubridores de grupos criminales. Estos son solo algunos de los elementos dominantes en la cultura nacional sobre los cuerpos policíacos que, lamentablemente, sigue presente en nuestros días a pesar de los grandes esfuerzos y los cuantiosos recursos ejercidos por el gobierno federal y todos los gobiernos estatales para cambiar esa situación. ¿Se ha avanzado en la profesionalización de los cuerpos policíacos? Claro que sí, pero muchos de los vicios estructurales siguen latentes.
Todo lo anterior me sirve como preámbulo para comentar lo expresado este miércoles por el presidente municipal de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, en torno al déficit de policías a nivel estatal y de manera concreta en la capital de Morelos: alrededor de 10 mil elementos en el primer caso y 300 efectivos en el segundo. Esto es grave, señoras y señores, y ha sido reconocido (según dijo Urióstegui), por el mismísimo comisionado estatal de Seguridad, José Antonio Ortiz Guarneros.
El alcalde mencionó una segunda problemática, relacionada con lo antes descrito: la falta de interés de la población en formar parte de las corporaciones policiacas. No hay interés social para trabajar como policías. No obstante, el gobierno de Cuernavaca mantiene abiertas las convocatorias ofreciendo sueldos competitivos, de alrededor de 15 mil pesos mensuales, amén de que garantiza prestaciones salariales, convenios con universidades para continuar sus estudios, capacitación y mejor equipamiento, como chalecos antibalas, armamento y vehículos.
Por lo demás, el ayuntamiento cuernavacense trabaja para consolidar el programa de videovigilancia. Próximamente (no dijo cuándo) se instalarán 500 cámaras en escuelas públicas, aparatos que se sumarán a 508 existentes ya en diversos puntos de la ciudad.
Y agregó algo de sobra conocido por quienes hemos recorrido la mayoría de colonias de Cuernavaca, a diferentes horas: a pesar del esfuerzo desplegado para efectuar operativos y patrullajes, “los delincuentes monitorean las actividades policiales, lo que hace imprescindible reforzar la vigilancia en las escuelas y otros puntos críticos de la ciudad”. El alcalde tiene mucha razón. La CES-Morelos y la SEPRAC de Cuernavaca están bastante limitados para la realización de patrullajes, debido al mismo déficit de elementos. Como primeros respondientes frente a la comisión de delitos, la Policía Morelos y la Preventiva a cargo de Alicia Vázquez Luna hacen enormes esfuerzos para atender los llamados de auxilio de la población, lo cual se repite en otros municipios.
Quizás ustedes, amigos lectores, entonces preguntarán: ¿Y la Guardia Nacional? ¿Y el Ejército? La respuesta es simple: como terceros respondientes o tercer escalón, siempre llegan tarde a los escenarios de violencia. En este aspecto de las cadenas de mando, me parece que Urióstegui tiene razón al criticar las mesas de construcción de paz, donde es escaso el diseño de políticas públicas para mejorar la seguridad pública en general. Ahí solo se presentan informes sobre la incidencia criminal, y ya. La Guardia Nacional no cumple labores de inteligencia y las que corren a cargo de la Sedena se quedan en sus bien protegidas instalaciones.
Conclusión: todo lo anterior es parte del escenario sobre el cual tomarán posesión Claudia Sheinbaum y Margarita González Saravia el próximo 1 de octubre. Esperemos por lo tanto las nuevas decisiones sobre la materia, vinculadas muchas de ellas a reformas constitucionales, y después diremos.