DESPERTANDO EL LATIDO URBANO: LA REVOLUCIÓN DE MERCADOS Y PLAZAS AL ALCANCE

CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 26 de septiembre de 2025
En el vibrante mosaico de nuestra ciudad, los mercados tradicionales laten como el corazón de la cotidianidad, donde el aroma de especias se funde con el bullicio de regateos y el eco de anécdotas generacionales. Marcos Manuel Suárez Gerard, al mando de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico, ha irrumpido con una confirmación que resuena como un llamado a la acción: los ocho mercados emblemáticos exigen una atención inmediata para no solo sobrevivir, sino florecer en la era moderna. Este diagnóstico no es un lamento, sino el preludio de un renacer, impulsado por un inventario meticuloso que cartografía cada necesidad con precisión quirúrgica, prometiendo un plan de obras que honre su legado cultural y económico.
El Mercado Adolfo López Mateos emerge como el protagonista indiscutible de esta saga de renovación, clamando por una intervención drástica que el Gobierno del Estado no puede eludir. Suárez Gerard lo ha declarado sin ambages: el cambio de cableado eléctrico y de gas es imperativo, un escudo contra riesgos invisibles que acechan en las sombras de instalaciones envejecidas. Esta prioridad no es capricho, sino salvaguarda para los cientos de almas que cada día tejen su sustento en sus pasillos, transformando un espacio de vulnerabilidad en un bastión de seguridad y eficiencia. Es el primer paso en una coreografía mayor, donde la modernidad se alinea con la tradición para evitar que el progreso pase de largo.
Mientras tanto, los otros siete mercados no quedan en la penumbra; su diagnóstico abarca un lienzo más amplio de transformaciones que tocan la fibra de la higiene y la habitabilidad. Mejoras en baños relucientes, impermeabilizaciones que desafían las lluvias traicioneras y reparaciones que restauran la dignidad de cada rincón: todo ello se cuece en el caldero de un enfoque integral. Lo que eleva esta promesa a la categoría de victoria es la astucia presupuestal del secretario, quien revela que ahorros inteligentes permitirán que las obras despegue antes de que el año eche el telón. En un tiempo de austeridad, esta eficiencia es un bálsamo, un recordatorio de que la gestión pública puede ser sinónimo de agilidad y transparencia.
Pero el horizonte se expande más allá de los mercados, abrazando las plazas Lido y Degollado en un abrazo de remodelación inminente que reconfigurará el rostro de la urbe. Suárez Gerard vislumbra un éxodo ordenado: vendedores que abandonan el asfalto hostil por locales desocupados, liberando aceras para un flujo peatonal sereno y un turismo cautivado por la armonía. Esta no es mera cosmética urbana; es un puente hacia la equidad, empoderando a emprendedores informales con estabilidad y dignidad, mientras se inyecta vitalidad económica en venas que claman por oxígeno.
Con estas declaraciones, el secretario no solo dibuja un mapa de obras, sino un manifiesto de esperanza colectiva, invitándonos a soñar con una ciudad donde el comercio sea el motor de un futuro inclusivo y radiante.