¿DIPUTADOS LOCALES O PARÁSITOS?
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 2 de noviembre de 2023
Muchas veces he escrito respecto al Congreso de Morelos, catalogándolo como obeso, ineficiente, plagado de corruptelas y donde el tráfico de influencias se presenta día a día. Sin embargo, es una arcadia financiera donde no escasean los recursos. Al contrario: se trata de una ínsula separada del resto de Morelos, cuyos integrantes, que llegaron en 2021 con una mano detrás y otra adelante, salieron de la pobreza y hoy disfrutan de una situación patrimonial, junto con la de sus familiares, garantizada para varios lustros.
Hoy quiero recordar algo que escribí el 1 de junio de 2011. Me referí al inolvidable doctor Rodolfo Becerril Straffon, uno de los mejores políticos que ha tenido Morelos, quien, siendo miembro de la Cuadragésima Novena Legislatura (2003-2006), propuso analizar el marco jurídico morelense y abrogar las partes inoperantes u obsoletas. Tal iniciativa, sin embargo, fue turnada a la Comisión de Puntos Constitucionales y Legislación del Congreso, donde primero durmió el sueño de los justos y después se convirtió en basura, tal como ha sucedido con miles de iniciativas legislativas pagadas por los contribuyentes a un altísimo costo.
Para entonces, además de la Constitución Política del Estado de Morelos, el marco jurídico de esta entidad tenía 46 leyes, 195 reglamentos de índole estatal, 60 reglamentos que rigen al Ayuntamiento de Cuernavaca (cada municipio presenta diferentes cantidades) y 11 códigos.
Empero, en la actualidad el mismo marco jurídico contiene 140 leyes y 84 códigos, de acuerdo a información oficial. Lo anterior significa que el Congreso del Estado de Morelos no tiene mucha tela de dónde cortar para legislar, salvo a través de escasas iniciativas tendientes a reformar muy pocas partes de nuestro marco normativo. Y es que, en honor a la verdad, ya no hay nada por descubrir.
Frente a esta realidad ¿cuál es el escenario sobre el cual se desenvuelven los ínclitos diputados locales de Morelos? Uno de pura simulación. Disponen de cuantiosos recursos para realizar actividades dizque de carácter legislativo, pero en realidad se trata de cuestiones intrascendentes, nada importantes para contribuir al desarrollo integral de Morelos.
En concreto, el Congreso morelense es un elefante blanco, demasiado obeso como lo es el mismísimo marco jurídico de la entidad, pero de gran costo para el erario. Es, repito, la arcadia financiera que muchas entidades quisieran, cuyas principales características son el despilfarro, a través de prerrogativas mensuales sin fiscalización; el tráfico de influencias, incluso para favorecer a gente de dudosa reputación (al buen entendedor pocas palabras); la pérdida de tiempo y recursos humanos materiales y monetarios; la opacidad y el montaje escénico, donde los diputados hacen como que hacen, aunque realmente se estén haciendo como el tío Lolo. Sirven para maldita la cosa.
Y ahí vienen de nuevo, como cada tres años, tras los recursos del cada día más deteriorado Paquete Económico 2024. Se creía que la anterior legislatura había sido la peor, pero esto es una gran equivocación. ¡Es la actual!
Los diputados integrantes del Congreso morelense se estrenaron en septiembre de 2021 bajo los mejores augurios, con discursos anquilosados y abultados catálogos conteniendo magníficos deseos, mientras la sociedad seguía y sigue de mal en peor. De la misma forma en que miles de servidores públicos no reditúan nada positivo a la sociedad, los legisladores, sean federales o locales, tampoco lo hacen.
Conforme pasó el tiempo, los diputados locales se repartieron el botín que significan los más importantes cargos y las abundantes prerrogativas dentro de las estructuras legislativas. Confirmaron la regla: “A mi pónganme donde hay”. Más de un diputados de los 20 que integran la Legislatura de Morelos trae camionetas lujosas, adquirieron bienes inmuebles y pagaron todas sus deudas. Es importante recalcar que los ínclitos legisladores de esta entidad se embolsan más de 150 mil pesos mensuales, entre dietas y otros pagos. Son unos auténticos parásitos, cuyos gastos no son fiscalizados por nadie.