EL CAOS DE LAS LLUVIAS: BASURA, NEGLIGENCIA Y CIUDADES AHOGADAS
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 04 de junio de 2025
Las recientes lluvias en la Ciudad de México y Cuernavaca vuelven a exhibir una crisis que no es solo climática, sino profundamente humana. Calles convertidas en ríos, canales de aguas negras desbordados y encharcamientos que paralizan la vida cotidiana son imágenes que se repiten con cada temporada de lluvias. Sin embargo, el verdadero origen de este caos no está en el cielo, sino en el suelo: toneladas de basura arrojadas irresponsablemente por los ciudadanos, obstruyendo coladeras, alcantarillas y barrancas, transformando lo que debería ser una bendición natural en un desastre recurrente.
En la Ciudad de México, las inundaciones de los últimos días colapsaron avenidas, atraparon vehículos y afectaron a miles de personas. Según la Secretaría de Protección Civil, el 50 por ciento de esas inundaciones se debieron a la acumulación de desechos en el sistema de drenaje, un problema agravado por la infraestructura obsoleta que no soporta lluvias intensas ni la indiferencia ciudadana. Alcaldías como Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza, ubicadas en zonas bajas, sufren las peores consecuencias, enfrentando no solo el agua, sino también los riesgos sanitarios de las aguas negras desbordadas. El 2 de junio de 2025, se reportaron 143 encharcamientos en la capital, un reflejo de la magnitud del problema.
Cuernavaca, conocida históricamente como “La Ciudad de la Eterna Primavera”, no escapa a esta tragedia. Sus más de 40 barrancas, que alguna vez fueron el pulmón natural que regulaba su clima privilegiado, hoy son cloacas a cielo abierto. La basura arrojada por ciudadanos irresponsables, combinada con el colapso de drenajes, ha convertido estos cauces en focos de contaminación y peligro. Un ejemplo reciente es la barranca “Guacamayas” en la colonia Lázaro Cárdenas, donde la caída de un árbol y toneladas de desechos provocaron inundaciones y caos vial. Protección Civil de Morelos ha insistido en la necesidad de no tirar basura en calles y barrancas, señalando que hasta el 70 por ciento de las inundaciones en la ciudad tienen esta causa.
Este problema no es nuevo ni exclusivo de estas ciudades. La falta de planeación urbana, el crecimiento descontrolado y la invasión de zonas vulnerables como ríos y barrancas agravan la situación. En la Ciudad de México, el sistema de drenaje, con más de 80 años en algunos puntos, está rebasado. En Cuernavaca, la proliferación de asentamientos irregulares cerca de barrancas aumenta el riesgo de deslaves e inundaciones. A esto se suma el cambio climático, que ha intensificado las lluvias, concentrando grandes volúmenes de agua en poco tiempo, como señala el experto Luis Zambrano de la UNAM: “Llueve lo mismo, pero en menos tiempo”.
Sin embargo, culpar únicamente a la infraestructura o al clima es insuficiente. La responsabilidad recae también en los ciudadanos. Cada botella, bolsa o desecho arrojado a la calle termina en una coladera, un canal o una barranca, taponando el flujo del agua y convirtiendo a la lluvia en una pesadilla. Las autoridades han lanzado campañas para concienciar a la población, pero los resultados son limitados. En la Ciudad de México, brigadas como “Cacomixtle” en Tlalpan han recolectado toneladas de basura antes de la temporada de lluvias, pero la magnitud del problema supera los esfuerzos. En Cuernavaca, las primeras lluvias de 2025 arrastraron toneladas de desechos, evidenciando la falta de cultura cívica.
¿Qué hacer ante este panorama? Las soluciones deben ser integrales. Por un lado, las autoridades deben invertir en la modernización del drenaje y en programas de desazolve continuo, como el Protocolo de Temporada de Lluvias 2025 en la Ciudad de México, que incluye una inversión de 570 millones de pesos para renovar redes de drenaje. Por otro, es urgente una planeación urbana que respete las zonas naturales y evite construcciones en áreas de riesgo. Pero nada de esto será suficiente sin un cambio en la mentalidad ciudadana. Evitar tirar basura en la vía pública, reportar acumulaciones de desechos y participar en campañas de limpieza son acciones simples que pueden marcar la diferencia.
La Ciudad de México y Cuernavaca no pueden seguir ahogándose en su propia basura. Las barrancas de la capital morelense, que alguna vez fueron símbolo de su belleza natural, y las calles de la ciudad, que sostienen la vida de millones, merecen ser tratadas con respeto. La próxima lluvia no tiene por qué ser un desastre, pero depende de todos nosotros evitar que lo sea.