EL FUEGO QUE NO DA TREGUA
LA CRÓNICA DE MORELOS
Por Regina M. Cinta Becerril
Martes 8 de abril de 2025
El cielo de Morelos no miente: el humo se ha convertido en un inquilino incómodo este 2025. Mientras el calendario apenas marca el 8 de abril, el estado ya cuenta 64 incendios forestales en su haber, según los registros de la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Son 64 heridas abiertas en la tierra, con al menos 268 hectáreas calcinadas reportadas hasta el 1 de abril, aunque las brasas siguen vivas y el número crece con cada día que pasa. Tepoztlán, con su místico Tepozteco, y Huitzilac, con sus bosques de pino-encino, son los epicentros de esta batalla desigual contra el fuego.
El Parque Nacional El Tepozteco lleva días en el ojo del huracán. Desde el 25 de marzo, cuando las llamas lamían el 40% de su contención, hasta el 4 de abril, cuando posts en X aún lo señalaban como un infierno activo tras 10 días de lucha, los brigadistas no han descansado. “100% de control y 90% de liquidación en Oztopulco”, anunciaron el 1 de abril, pero el fuego, caprichoso, se resiste a morir del todo. Drones sobrevuelan, voluntarios sudan la gota gorda y el Mando Unificado de Incendios Forestales coordina un esfuerzo titánico que, sin embargo, no alcanza a apagar la preocupación.
No es solo Tepoztlán. En Santa Catarina y Villa de Santiago, también en ese municipio mágico, el fuego juega al escondite: 70% y 90% de control, respectivamente, pero con liquidaciones que avanzan a paso de tortuga. Huitzilac, con su Cerro Las Antenas, y Jojutla, con El Higuerón, completan un mapa de desolación que el 19 de marzo ya pintaba de gris el horizonte. Y como si no bastara, el 7 de abril nos enteramos por X que un incendio viajero llegó desde el Estado de México, como un vecino indeseado que cruza la frontera para sumar caos.
¿Por qué arde Morelos? Las respuestas son tan evidentes como tristes. El termómetro se burla de nosotros con más de 35°C, la humedad se esfuma por debajo del 20% y la sequía –esa que azota al 83% del país– aprieta el gatillo. Pero no todo es culpa del clima: detrás de muchas de estas llamas hay manos humanas, ya sea por una quema agrícola que se salió de control o por una fogata olvidada. En años pasados, como 2023, nos dijeron que el 64% de los incendios en regiones vecinas eran accidentales o negligentes. ¿Cuántos de estos 64 serán obra nuestra?
Frente a las llamas, la respuesta no se ha hecho esperar. El gobierno federal, desde enero, prometió apoyo total a través de Laura Velázquez Alzúa, Coordinadora Nacional de Protección Civil. La Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS), Conafor, la Conanp y Protección Civil estatal han unido fuerzas, mientras brigadas de voluntarios –esos héroes anónimos– se juegan el pellejo entre el humo. Pero no es suficiente. Morelos cerró 2024 con una reducción del 65% en hectáreas afectadas respecto a 2021, un logro que hoy parece un recuerdo lejano ante el ritmo feroz de este año.
Abril y mayo, los meses más crueles para los bosques mexicanos, apenas comienzan. La recién creada Comisión Permanente de Cooperación Forestal Región Centro, con Morelos en sus filas, promete ser un respiro, pero el tiempo dirá si la burocracia alcanza al fuego. Por lo pronto, las autoridades insisten: “No quemen, no arriesguen, reporten al 800-INCENDIO o al 9-1-1”. Un llamado que resuena como súplica en un estado donde el verde se tiñe de negro.
Morelos arde, sí, pero también resiste. Entre el crepitar de las brasas y el sudor de los brigadistas, hay una lección que no podemos ignorar: el fuego no discrimina, pero nosotros sí podemos elegir cuidarlo. Porque si algo nos enseña esta temporada, es que el próximo incendio podría empezar con una chispa que hoy decidimos apagar.