EL JUEGO DE TRONOS MEXICANO: LECCIONES DE LA SUCESIÓN AUTOCRÁTICA
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 4 de agosto de 2025
En su libro Winning the Game of Thrones: Leadership Succession in Modern Autocracies (Ganando el Juego de Tronos, la Sucesión del Liderazgo en las Democracias Modernas), Anne Meng analiza un problema central de los regímenes autoritarios: la sucesión del liderazgo. Contrario a la creencia común de que las autocracias modernas dependen de herencias familiares o partidos fuertes, Meng argumenta que las reglas constitucionales claras son esenciales para garantizar transiciones pacíficas.
Estas reglas deben resolver dos dilemas: permitir una salida pacífica del líder saliente, reduciendo amenazas de golpes, y empoderar al sucesor designado para que asuma el poder sin conflictos. En el caso de México, Denise Dresser, en su artículo “Adiós, Andy”, publicado hoy en Reforma, aplica este marco al régimen que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) intentó consolidar, destacando cómo la ausencia de institucionalidad clara podría debilitar su legado.
Meng sostiene que las autocracias efectivas requieren reglas formales, como designar al vicepresidente como sucesor, porque este cargo suele tener acceso a recursos materiales que disuaden a facciones rivales. En su análisis, basado en datos originales de autocracias africanas, demuestra que los regímenes que nombran al vicepresidente como sucesor tienen más probabilidades de transiciones pacíficas. Sin embargo, en México, AMLO no construyó un sistema institucional robusto, sino que centralizó el poder en su figura carismática.
Dresser señala que esta falta de reglas claras ha dejado a Morena en una posición vulnerable: “Nadie sabe a ciencia cierta quién manda. ¿Palacio o Palenque?” Esta incertidumbre refleja el riesgo que Meng identifica cuando los regímenes dependen del líder en lugar de instituciones sólidas.
El libro también explora cómo los líderes autoritarios enfrentan el “problema del príncipe heredero”: un sucesor poderoso puede convertirse en una amenaza, mientras que uno débil no garantiza la continuidad del régimen. En México, Dresser ilustra este dilema con el caso de Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”, a quien AMLO intentó posicionar como una figura influyente. Sin embargo, como señala Dresser, “Andy no fue la llama de la 4T sino su sombra más contradictoria”, simbolizando el nepotismo y la falta de mérito que Morena criticaba. Meng advierte que los intentos de sucesión sin una base institucional sólida suelen fracasar, ya que los sucesores carecen de la legitimidad o el poder necesario para mantener el control.
La ausencia de institucionalidad en el proyecto de AMLO, según Dresser, refleja una centralización excesiva que, aunque efectiva para consolidar su poder, no creó mecanismos para perpetuar el régimen. Meng destaca que los regímenes personalistas, como el que AMLO fomentó, son inherentemente frágiles tras la salida del líder. En México, la sucesión de Claudia Sheinbaum parece haber sido exitosa en la superficie, pero la falta de reglas claras podría generar tensiones internas en Morena.
Meng argumenta que sin instituciones que distribuyan el poder entre élites, los regímenes enfrentan riesgos de conflictos o colapso, un punto que resuena con la incertidumbre actual sobre el rumbo de la 4T.
El análisis de Meng también subraya que las autocracias modernas no son homogéneas. Mientras algunas dependen de partidos fuertes o herencias familiares, otras, como el México de AMLO, operan en un híbrido entre democracia y autoritarismo. Dresser aplica esta idea al señalar que AMLO fomentó una centralización que debilitó las instituciones democráticas, pero no logró construir una estructura autoritaria duradera. Meng sugiere que los regímenes híbridos enfrentan desafíos únicos, ya que las elecciones y la sociedad civil actúan como contrapesos, complicando la consolidación de un sistema autoritario puro. En México, esto se ve en la resistencia de sectores opositores y la prensa crítica.
La lección clave de Meng es que las autocracias que no institucionalizan la sucesión están condenadas a la inestabilidad. En el caso mexicano, Dresser advierte que Morena enfrenta un futuro incierto porque AMLO no dejó un marco claro para la distribución del poder. Meng ilustra esto con ejemplos históricos, como los regímenes africanos donde la falta de reglas claras llevó a conflictos post-sucesión. En México, la dependencia de AMLO en su carisma y narrativa populista, sin un sistema formal para la sucesión, podría llevar a disputas internas o a una fragmentación del proyecto de la 4T, especialmente si Sheinbaum no logra consolidar su propia base de poder.
Así las cosas, Winning the Game of Thrones ofrece un lente poderoso para entender las fallas del régimen de AMLO. Como señala Dresser, la historia de Andy y la centralización de AMLO reflejan los peligros de un sistema que no prioriza la institucionalidad. Meng nos recuerda que, sin reglas claras, incluso los regímenes más fuertes pueden desmoronarse cuando el líder se va. En México, el “Juego de Tronos” de la 4T está lejos de terminar, y la falta de un guion institucional claro podría decidir quién, o qué, ocupará el trono en el futuro.