El misterio de los propósitos incumplidos: ¿Por qué abandonamos nuestros objetivos de Año Nuevo?
Comenzar un nuevo año suele venir acompañado de una lista de propósitos que, con la mejor intención, nos prometemos cumplir. Sin embargo, las estadísticas son desalentadoras: la mayoría de estos objetivos quedan abandonados a las pocas semanas.
¿Por qué nos cuesta tanto mantener la motivación y la disciplina necesarias para alcanzar estas metas que nos planteamos con tanto entusiasmo?
Diversos estudios apuntan a que el principal obstáculo radica en la falta de planificación y realismo.
A menudo, los propósitos de Año Nuevo son demasiado generales, poco concretos y, en ocasiones, demasiado ambiciosos. Frases como “quiero ponerme en forma” o “voy a ahorrar más” carecen de la especificidad necesaria para convertirse en acciones concretas. Además, la falta de un plan definido, con objetivos a corto plazo y estrategias para superar los obstáculos, hace que la motivación inicial se diluya rápidamente ante las primeras dificultades.
Otro factor importante es la falta de compromiso real.
Muchos propósitos se formulan como deseos vagos, sin una verdadera convicción de cambio. Si no existe una motivación profunda y un convencimiento real de los beneficios que obtendremos al alcanzar la meta propuesta, es fácil ceder ante la tentación de abandonar el esfuerzo.
La clave para el éxito reside en establecer propósitos realistas, específicos y, sobre todo, que estén alineados con nuestros valores y deseos más profundos.