EL PODER DE MORENA: UN EJERCICIO FOUCAULTIANO EN EL MÉXICO DE 2025
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 28 de agosto de 2025
El gobierno de México, liderado por Morena bajo Claudia Sheinbaum en 2025, encarna en gran medida la noción de Michel Foucault de que el poder no se posee ni se comparte, sino que se ejerce. En su filosofía, el poder es una red capilar que produce realidades, sujetos y relaciones asimétricas, no solo un bien que se acumula.
Morena, con su hegemonía (24 gubernaturas, mayorías legislativas con 372 diputados y 83 senadores), ejerce este poder a través de programas sociales como las pensiones para adultos mayores, que moldean lealtades y consolidan la narrativa de la “Cuarta Transformación” (4T). Este discurso posiciona a la oposición como enemiga del pueblo, creando una verdad que permea la vida cotidiana, un claro ejemplo de lo que Foucault llamaría “saber-poder”.
Sin embargo, este ejercicio no es puramente foucaultiano. Aunque el poder de Morena se infiltra en instituciones y cuerpos sociales, también recurre a prácticas autoritarias más tradicionales. La reforma judicial de 2024, que permite la elección popular de jueces en 2025, centraliza el control del Poder Judicial, reduciendo contrapesos como el INE o la CNDH. Incidentes como el enfrentamiento en el Senado este 27 de agosto de 2025, donde Gerardo Fernández Noroña (Morena) se enfrentó verbal y físicamente a Alejandro “Alito” Moreno (PRI), muestran un poder que no solo produce, sino que reprime y polariza. Esto se aleja de la sutileza capilar de Foucault, acercándose a un modelo soberano dependiente del carisma de AMLO y Sheinbaum.
¿Es posible una coexistencia pacífica con la oposición? En teoría, no es imposible, pues Foucault sostiene que el poder genera resistencias inherentes. Sin embargo, en la práctica, la polarización impulsada por Morena lo hace improbable. La narrativa oficial, reiterada en las mañaneras (como la de este 28 de agosto de 2025, donde Sheinbaum evitó condenar a Noroña), demoniza a la oposición como “neoliberal” o “corrupta”.
La oposición, fragmentada (PRI, PAN, MC con solo dos gubernaturas), responde con resistencia débil, marcada por escándalos como el de Alito Moreno por peculado. Esta asimetría reduce las chances de diálogo, ya que Morena no ve incentivo en ceder espacios. El interés de Morena en una coexistencia pacífica es mínimo si implica sacrificar sus principios ideológicos fundamentales: antineoliberalismo, soberanía energética y justicia social.
La institucionalización del partido (con órganos evaluadores en julio de 2025) busca consolidar poder interno, no compartirlo. En redes sociales, los militantes defienden la 4T como un mandato inquebrantable, acusando a la oposición de traición. Ceder en reformas clave, como la judicial o la electoral, sería percibido como una traición a los 2.3 millones de militantes (2023) y a la base social que sostiene los programas de la 4T.
En términos coloquiales, a Morena “le vale madres” negociar con la oposición si esto diluye su hegemonía. Foucault lo vería como lógico: el poder se reproduce, no se comparte voluntariamente. Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos. Las resistencias, como las alertas de corrupción en alcaldías de CDMX (Xochimilco, Azcapotzalco, agosto 2025) o la baja participación proyectada en la elección judicial (meta de 20%), podrían erosionar su legitimidad. Las fisuras internas, como las denunciadas por exlíderes morenistas, son puntos de quiebre que la oposición podría explotar si se reorganiza.
La oposición, por su parte, carece de la fuerza para forzar una coexistencia. Con líderes desgastados (Xóchitl Gálvez, Marko Cortés) y sin un proyecto unificado, su resistencia es más reactiva que propositiva. Foucault diría que el poder de Morena genera estas resistencias, pero su fragmentación las hace ineficaces. Un escenario de diálogo requeriría que Morena modere su agenda (improbable antes de las elecciones intermedias de 2027) y que la oposición se renueve, superando escándalos y “chapulineo” político.
En el corto plazo, Morena prioriza el ejercicio del poder sobre la conciliación. Su control institucional, reforzado por reformas y narrativas, crea una dinámica donde la oposición es más un adversario a neutralizar que un interlocutor. Esto alinea con Foucault: el poder produce realidades, pero también resistencias que podrían, eventualmente, reconfigurar el tablero. México, en 2025, es un laboratorio de estas tensiones, donde la 4T ejerce un poder capilar pero autoritario.
Así las cosas, Morena encarna un poder que se ejerce sin intención de compartirlo, fiel a su ideología y poco interesada en la paz con una oposición debilitada. Los riesgos internos y las resistencias sociales podrían cambiar esta dinámica, pero hoy, el gobierno de Sheinbaum apuesta por consolidar su hegemonía. Foucault nos recordaría que ningún poder es absoluto: las grietas de Morena y las posibles alianzas opositoras podrían, en el futuro, forzar un reequilibrio. Por ahora, el poder se ejerce, y Morena lo hace con contundencia.