EL QUE SE LLEVA SE AGUANTA
AGENDA DIARIA
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 06 de febrero de 2025
El dicho popular “el que se lleva se aguanta” nunca fue tan apropiado como en el caso de Josué Fernández Fernández, quien hasta hace poco ocupaba el cargo de titular de la Coordinación de Movilidad y Transporte de Morelos. Tras su abrupta salida, Fernández intentó manejar la narrativa publicando un video en redes sociales como Facebook, donde afirmaba que había presentado su renuncia. Sin embargo, esta versión de los hechos se desmoronó rápidamente cuando la realidad del caso salió a la luz.
El miércoles, el Secretario de Gobierno, Juan Salgado Brito, desmintió la afirmación de Josué Fernández al declarar públicamente que lo que había ocurrido no era una dimisión voluntaria, sino un cese fulminante por parte del gobierno estatal. Esta revelación no solo desbarató los planes de Fernández de salir del ojo público con dignidad, sino que también lo dejó en una posición vulnerable ante la opinión pública y la administración de la gobernadora Margarita González Saravia.
El cambio de narrativa fue significativo, ya que inmediatamente después de la salida de Fernández, fue nombrado Jorge Alberto Barrera, ex diputado federal, como su reemplazo. La rapidez con la que se dio este cambio y la transparencia en la comunicación oficial no solo evidenciaron la falta de control de Fernández sobre la situación, sino que también pusieron en evidencia las posibles irregularidades cometidas durante su efímero mandato.
Además, Salgado Brito informó que existen investigaciones en curso sobre presuntas corruptelas en la Coordinación de Movilidad y Transporte durante el periodo en que Fernández estuvo al mando. Esta información ha añadido una capa de complejidad y escrutinio a la situación, dejando a Fernández sin margen para maniobras y con la necesidad de responder por sus acciones en un futuro cercano. Así, “el que se lleva se aguanta” se convierte en un recordatorio de cómo las acciones y las consecuencias están intrínsecamente ligadas, especialmente en el ámbito público.
El dicho “el que se lleva se aguanta” no solo encuentra su lugar en los pasillos del poder, sino que se erige como una advertencia para aquellos aprendices de la política que, más que por escrúpulos, se distinguen por sus audaces maniobras. En el intrincado mundo de la política, donde cada movimiento es observado y cada palabra se pesa, el neófito que pretenda actuar con astucia, creyéndose más listo que el sistema, corre el riesgo de salir no solo con las manos vacías, sino también con la reputación seriamente dañada. Aquí, la astucia mal aplicada no es un escudo, sino una espada de doble filo que puede cortar profundamente, enseñando la dura lección de que en política, como en pocos otros campos, la soberbia precede a la caída.