El robo, en sus diferentes modalidades, es el delito que más percepción de inseguridad e indefensión genera
En cada actualización mensual del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), sigo reiterando que los delitos patrimoniales continúan encabezando las tendencias criminales en México, aunque con matices en el panorama reciente. El robo, en sus diversas modalidades —desde el asalto en la calle o transporte público hasta el hurto de vehículos o casa habitación—, sigue generando la mayor sensación de indefensión, inseguridad y frustración entre la ciudadanía.
Nadie tolera que le arrebaten lo ganado con sudor, especialmente en un contexto donde el bolsillo familiar se resiente por presiones económicas persistentes. Han pasado casi dos años desde mi pronóstico inicial, y lo peor que anticipé para el cierre de 2023 y los inicios de 2024 se materializó con creces: la incidencia delictiva general escaló un 5 por ciento en 2024 respecto a 2023, con 33.5 millones de delitos estimados y 23.1 millones de víctimas, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) del INEGI.
Los robos y asaltos en calle o transporte público representaron el 17.2 por ciento de todos los delitos en 2024, solo superados por el fraude (21.7 por ciento), lo que confirma que los patrimoniales siguen siendo el talón de Aquiles de nuestra seguridad. Pero el escenario no se detiene ahí.
Para 2025, las cifras parciales hasta septiembre muestran un panorama mixto: mientras los homicidios dolosos bajaron un 32 por ciento en promedio diario respecto al año anterior, los delitos patrimoniales resisten con tenacidad. El robo a transportistas, por ejemplo, subió un 16 por ciento en el primer semestre de 2025, con más de 24 mil incidentes reportados. En carreteras clave, como las de carga en el centro del país, la incidencia se concentró en estados como el Estado de México y Puebla, con incrementos notables en el robo de vehículos y mercancías. Aunque operaciones como “Cero Robos” de la Guardia Nacional han reducido el robo en autopistas federales en un 27 por ciento anual, el total nacional de robos sigue por encima de los niveles pre-pandemia, impulsado por la inercia delictiva que mencioné en su momento.
Para reafirmar esta dinámica, volvamos al estudio del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) sobre el robo en la zona metropolitana de la Ciudad de México y estados centrales, que sigue vigente sin actualizaciones mayores en 2024 o 2025 que lo contradigan. Los delitos patrimoniales mantienen una correlación fuerte y lineal con la inflación, pero con un rezago temporal: los picos en precios de bienes y servicios se traducen en más carpetas de investigación por robos a transeúntes y viviendas en los tres, seis, nueve o hasta doce meses siguientes.
En diciembre de 2023, la inflación anual cerraba en 4.7 por ciento, un nivel que, según el modelo del CIDE, abonó al repunte delictivo observado en 2024. Hoy, al 13 de noviembre de 2025, la inflación ha desacelerado a 3.57 por ciento anual en octubre —por debajo del 3.76 por ciento de septiembre—, con proyecciones de Banxico para cerrar el año en 3.5 por ciento. Esto podría atenuar el incremento en robos para 2026, pero la inercia criminal —esa “segunda razón” del CIDE, donde los aumentos son rápidos y las caídas lentas— sugiere que no saldremos del apuro de inmediato.
Y aquí agrego, como entonces, los factores agravantes que no han cambiado: la escasa prevención ciudadana, el manto de impunidad por investigaciones ministeriales deficientes (el 93.2 por ciento de los delitos en 2024 ni siquiera se investigó), y las redes de complicidad entre elementos policiacos corruptos y bandas organizadas. Los ladrones recurrentes salen libres gracias a indagatorias flojas, y en Morelos —donde las penas por robo con violencia son severas en el Código Penal—, la reincidencia persiste por desempleo juvenil, salarios precarios y, sobre todo, la ausencia de castigo efectivo. En mayo de 2025, por ejemplo, se registraron 365 robos a vehículos, 122 a casa habitación y 83 a negocios solo en ese mes, cifras que mantienen al estado en alerta pese a la baja en homicidios (84 en octubre, menos que en 2024).
Es multifactorial, sin duda: la macroeconomía aprieta, la inercia empuja y la impunidad libera. ¿Cómo lo ven ustedes, queridos lectores? ¿Vamos mejorando con esta desaceleración inflacionaria, o solo estamos posponiendo el guatepeor? ¿Salimos de Guatemala para entrar en un limbo gris?
