El transporte público en Morelos: siempre el interés económico y político
LA CRÓNICA DE MORELOS. Lunes 26 de agosto de 2024.
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 26 de agosto de 2024
Transcurría marzo de 1985, cuando el entonces gobernador de Morelos, Lauro Ortega Martínez, recibió en la Residencia Oficial de la colonia Vista Hermosa (en Cuernavaca) la visita del ex gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Figueroa. Ambos se conocían desde varias décadas atrás, pero al ex mandatario de la vecina entidad le urgía resolver un “problema” causado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia en un predio de su propiedad, ubicado en la calle Cerritos de Cuernavaca. El INAH había suspendido la construcción de varias casas debido al hallazgo de vestigios arqueológicos. Don Lauro giró órdenes para que se atendiese la petición de su amigo, sin vulnerar la normatividad de dicha institución. Figueroa estuvo de acuerdo con ello.
Empero, el entonces presidente vitalicio de la Alianza de Autotransportistas de la República Mexicana aprovechó el viaje para pedirle a don Lauro un encuentro con Jesús Escudero, quien movía los hilos conductores del antiguo sistema de transporte público en Morelos, mejor conocido como “Pulpo Camionero”. El gobierno estatal, a pesar de las frecuentes presiones orquestadas por varias agrupaciones de permisionarios, no aceptaba el incremento de nuevas tarifas. Escudero, pues, tenía interés en conocer a Ortega Martínez y hacerle algunos planteamientos a nivel personal. Ese personaje transporteril sentó sus reales en esta entidad a partir de 1976, cuando Armando León Bejarano llegó al gobierno morelense. Eran muy amigos.
El encuentro de Escudero con don Lauro se dio en una casa propiedad de Rubén Figueroa, ubicada en la calle Cerritos, al norte de la capital morelense y cerca del sitio donde el INAH llevaba a cabo algunas excavaciones. El guerrerense fue un magnífico anfitrión, disponiendo de exquisitas viandas y agua fresca a discreción. Nada más. Mientras duró la degustación, la plática de los tres personajes versó sobre temas ligeros, básicamente vinculados a la vida pública nacional. Nada trascendente. Vino la sobremesa y Jesús Escudero abordó entonces el asunto de su interés: el incremento a las tarifas del transporte público local. Cualquier semejanza con hechos recientes en la relación de transportistas aglutinados en Rutas Unidas de Cuernavaca, la Federación Auténtica del Transporte y el gobierno estatal, no es ninguna coincidencia, sino la repetición de la historia.
Jesús Escudero, a quien se atribuía aquí la posesión del 90 por ciento de concesiones a través de sociedades mercantiles, quiso justificar la solicitud de aumento tarifario, pero sus argumentos no encontraron eco en el gobernador morelense, entonces bastante consolidado ante el gobierno federal gracias a su estrecha amistad con el presidente en turno, Miguel de la Madrid Hurtado, y porque simple y sencillamente no quería afectar la economía popular. Tras aquella charla pudimos inferir que un gobernante, sin el adecuado respaldo desde Los Pinos, es un pobre gobernante.
Surgió entonces el manoteo sobre la mesa por parte de Escudero, quien gritoneó y le espetó a don Lauro sin medir las consecuencias de su soberbia: “¡Métase conmigo, gobernador, y ya verá! Tengo el suficiente poder como para iniciar un paro en el transporte cuando a mí se me pegue la gana”. Sin embargo, el permisionario, otrora propietario de la poderosa línea camionera “Flecha Roja” y con un altísimo predominio en las costas chica y grande de Guerrero, escuchó estupefacto la rápida respuesta del gobernador de Morelos: “¡A mí no me intimida, Jesús! Y déjese de manoteos, porque yo en ningún momento le he faltado al respeto. ¡A mí me respeta, sobre todo porque estamos en mi tierra! ¡Nomás eso me faltaba!”. Y luego, dirigiéndose a Figueroa, le expresó: “Amigo Rubén, lamento mucho que esto suceda en tu casa. Yo creí que estábamos entre gente madura”. Sopas.
Intervino entonces Rubén Figueroa con una moción de orden dirigida a Escudero: “Jesús, debo recordarte que eres un magnífico amigo mío, pero Lauro también lo es. Así que te invito a calmarte, porque esa no es la forma de lograr acuerdos y resolver las cosas”. E inmediatamente cambió el tema comentando cualquier cosa relacionada con el tercer informe de don Lauro, a celebrarse a mediados de abril de 1985. Escudero ya no tocó más el asunto de las tarifas y se dedicó a esbozar sardónicas sonrisas o asentir con la cabeza sin decir nada.
Al día siguiente, Ortega envió a un mensajero a la casa de Escudero en Cuernavaca portando la invitación para el tercer informe, al cual Jesús Escudero acudió luciendo su soberbia.
Una vez cumplida la formalidad de leer el documento ante el Congreso local, don Lauro citó a su gabinete de seguridad pública y a directivos del transporte en la Residencia Oficial, a quienes les informó que en ese momento se abría la expedición de concesiones para establecer un nuevo sistema de transporte público en Morelos. Fue así como nació lo que hoy conocemos como “rutas”, aglutinadas en Rutas Unidas y otra parte en la Federación Auténtica del Transporte. Al principio operó con improvisaciones, no sólo en los derroteros, sino también en cuanto a la comodidad de los vehículos, pero lo trascendente fue que don Lauro no dio marcha atrás, ni cedió ante presiones del otrora denominado “pulpo camionero”. Insisto: don Lauro mantuvo firme su premisa de trabajar a favor de la sociedad morelense, sin pensar jamás en beneficiarse a nivel particular.
En julio de 1985 Lauro Ortega liberó concesiones sin que mediara ninguna declaratoria de necesidades, empezando el final del “pulpo camionero”. Nacieron las 20 rutas de Cuernavaca para microbuses, la Ruta Interescolar y la operada por la CTM. Ortega autorizó hasta 50 concesiones por derrotero, mientras en Cuautla, Jojutla y Zacatepec todo siguió igual, con alrededor de 1000 unidades en total.
De aquella convocatoria surgió también el imperio de Dagoberto Rivera Jaimes, quien lleva más de 20 años al frente de la Federación Auténtica del Transporte. Un secreto a voces entre presidentes de las rutas adheridas a la FAT indica que Rivera Jaimes posee tres concesiones de colectivas, pero mediante prestanombres y cómplices, según otros concesionarios, tiene el dominio de por lo menos 30 vehículos.
Como en el actual conflicto por el incremento tarifario, en tiempos anteriores se ha beneficiado sobremanera. Cada vez que comienza a perder fuerza en la FAT inventa un lío. Casi en las postrimerías del gobierno de Graco Ramírez se alió al prófugo ex rector de la UAEM, Alejandro Vera, y a Gerardo Becerra, chile de muchos moles en Cuernavaca. Se recuerda a Dagoberto y a Vera Jiménez brincando la valla en Palacio de Gobierno, durante en alguna manifestación, todo ello para llamar la atención y ganar espacios mediáticos.