ELECCIONES Y DESCONTROL DE LA VIOLENCIA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 29 de enero de 2024
Este fin de semana, entre colegas encargados de cubrir el sector de la nota roja, trascendió que el viernes 19 del mes en curso, alrededor de las 22:00 horas, sobre la primera glorieta de la Subida a Chalma (ahí existen una tienda Oxxo y una gasolinera) circulaba una camioneta pickup, cuya batea era tripulada por al menos cuatro hombres vestidos de civil, encapuchados y portando armas largas. Los testigos no alcanzaron a ver a quienes viajaban en la parte delantera del vehículo, pero es lógico suponer que también iban fuertemente armados. Tomaron con dirección hacia la colonia Alta Vista de Cuernavaca, lugar marcado como zona altamente peligrosa por empresas de transporte por aplicación y otras de comida rápida. Tal condición se repite con otros puntos de la capital morelense. Los taxistas ya no entran.
Este domingo, por cierto, alrededor de las 19:00 horas, había en el mismo punto un puesto de revisión del Ejército Mexicano, cuya presencia en la zona NO es frecuente, como tampoco lo son los operativos con la Guardia Nacional, la Policía Morelos y la Policía Preventiva de Cuernavaca. Fuera máscaras: esos puntos de la zona norte de Cuernavaca, todos los días y todas las noches, carecen de vigilancia, siendo un campo fértil para ilícitos de alto impacto. Las colonias aledañas tienen infinidad de vialidades por las cuales los criminales escapan fácilmente, sin ser jamás atrapados. Empero, iguales circunstancias de inseguridad e indefensión son recurrentes en cualquier parte de la capital morelense. Imaginen ustedes lo que vecinos de la colonia Lázaro Cárdenas, al sur de Cuernavaca, sintieron al escuchar la tarde de este domingo los disparos de un enfrentamiento entre policías estatales y delincuentes, con saldo de dos bandoleros abatidos.
Pero, atención: aunque el clima de tensión prevaleciente en Cuernavaca y otros municipios morelenses nos debe preocupar a todos, hay regiones en la República Mexicana donde nos dicen quítate que ahí te voy. Rumbo a la transición política de este año, con un proceso electoral en medio, es evidente que a la administración de Andrés Manuel López Obrador se le está descontrolando la violencia.
Desde hace dos años, aproximadamente, expertos en seguridad pública y seguridad nacional pronosticaron el actual escenario de violencia creciente. Y es que, para ellos, la desarticulación basada en el descabezamiento de liderazgos, no sólo impide la recuperación de espacios públicos, sino que propicia la invasión de nuevos territorios por las organizaciones criminales. Actualmente, todos los estados del país registran la presencia establecida de al menos un cártel en por lo menos uno de sus municipios. En 2019 la presencia de las organizaciones criminales se registraba en aproximadamente 21 estados. Ahora los cárteles se encuentran en 10 estados más. Es decir, todo el territorio nacional.
El gobierno federal ha avanzado, sin duda, en su amplia agenda de fortalecimiento institucional. Ha invertido mucho dinero en crear la Guardia Nacional, más profesional y mejor equipada. Ha mejorado la infraestructura tecnológica y administrativa para elevar las capacidades de inteligencia de las agencias. Ha planteado ambiciosas reformas legislativas en las áreas de seguridad pública y justicia penal. Pero las reformas institucionales tardan lustros, incluso décadas, en madurar y arrojar resultados tangibles.
El gobierno ha avanzado también en el objetivo de desarticular las bandas criminales. Los jefes o generadores de violencia son detenidos o aniquilados después de supuestos “meses de trabajo” de inteligencia, pero esas acciones generan olas de violencia que pueden durar semanas o meses. Al respecto, los morelenses sabemos mucho: desde 2009, tras el abatimiento de Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, hasta la fecha, en lugar de lograrse el exterminio de determinado grupo criminal, se produce el nacimiento de nuevas organizaciones.
Y la Guardia Nacional, como se observan las cosas, no resolvió la escalada de violencia nacional y regional. No resultó ser la panacea anhelada.