EN EL PAÍS DEL ENCUBRIMIENTO: EL CASO DE DEBANHI ESCOBAR Y OTROS
LA CRÓNICA DE MORELOS
Viernes 26 de septiembre de 2025
E D I T O R I A L
El segundo episodio de la serie documental “Debanhi: ¿Quién mató a nuestra hija?”, titulado “Las autopsias”, estrenado el 25 de septiembre en HBO Max, nos sumerge en el abismo de dolor y desesperación que azotó a la familia Escobar. Ver a los padres de Debanhi, Delmy y Mario, derrumbarse en llanto ante el hallazgo del cuerpo sin vida de su hija de 18 años, oculto en una cisterna del Motel Nueva Castilla en Escobedo, Nuevo León, es un puñetazo al estómago.
Tres años después de su desaparición el 9 de abril de 2022, el documental revive el horror: ese predio había sido cateado cuatro veces por las autoridades, sin que nadie se molestara en revisar el tanque de agua donde yacía el cadáver. Es un grito silenciado que resuena en México, donde las vidas de las mujeres valen menos que la comodidad de los poderosos.
La rabia se enciende al presenciar la farsa de las autoridades estatales. El gobernador Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez, con su teatro de solidaridad posada en fotos y declaraciones vacías, simularon empatía mientras la Fiscalía General del Estado de Nuevo León orquestaba un encubrimiento descarado. Marginalizaron a los padres, relegándolos a un rincón irrelevante, y manipulando exámenes forenses para torcer la verdad: no un feminicidio brutal, sino una “caída accidental” en la cisterna. Los Escobar, en el documental, narran cómo se les negó acceso a pruebas clave y cómo la narrativa oficial priorizó salvar la imagen del gobierno sobre la justicia. Este episodio no solo destapa la ineptitud, sino la complicidad sistemática que convierte a las instituciones en socios del crimen.
El caso de Debanhi no es uno aislado; es el espejo de un país donde el encubrimiento es el pan de cada día. Tres años sin justicia, y los padres aún esperan una reunión con la presidenta Claudia Sheinbaum, acusando desinterés oficial en resolver el feminicidio que sacudió a Nuevo León. Este patrón de simulación y desvío se repite en la historia mexicana, donde las víctimas son silenciadas para proteger a los intocables. El documental, con su crudeza, nos obliga a cuestionar: ¿cuántas Debanhis más habrán sido borradas por la maquinaria del olvido estatal?
Avancemos al presente, septiembre de 2025, donde el Estado mexicano perfecciona su arte del encubrimiento para blindar a figuras de la élite morenista. Adán Augusto López, exgobernador de Tabasco y senador, se hunde en un lodazal de escándalos: nexos con la banda criminal “La Barredora”, empresas fantasma y hasta huachicol fiscal, todo bajo el manto de una investigación que avanza a paso de tortuga. Sheinbaum, que prometió austeridad republicana, enfrenta el vendaval de un partido salpicado por la corrupción tabasqueña, donde su propio círculo cercano —incluido López— opera redes que diluyen la accountability en campañas políticas de desprestigio.
Y el huracán no amaina: la Secretaría de Marina, bajo el mando del almirante Raymundo Pedro Morales, confiesa públicamente su “mea culpa” por infiltraciones de corrupción en aduanas, con una red de huachicol fiscal que inyectó millones en fraudes entre 2024 y 2025, involucrando a marinos y empresarios. Al mismo tiempo, los hijos de Andrés Manuel López Obrador —Andrés Manuel y Gonzalo López Beltrán— obtienen amparos contra órdenes de aprehensión por presunta participación en ese mismo cartel de huachicol, mientras un diputado panista los acusa de complicidad en esquemas delictivos.
Sheinbaum, ahogada en este mar de revelaciones, ya no capotea el temporal; sus banderas anticorrupción se deshilachan ante un Morena que protege a los suyos por encima de la verdad.
Así las cosas, en este país del encubrimiento, Debanhi nos recuerda que la justicia no cae sola: hay que exigirla, o seguiremos cayendo en la misma cisterna de impunidad.