¿ES LA MENTIRA UNA HERRAMIENTA ESENCIAL EN LA POLÍTICA MODERNA?
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 15 de octubre de 2024
Desde el 25 de julio del presente año, hasta este 14 de octubre, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, no ha sentido lo duro, sino lo tupido debido al evidente contubernio de su administración con Ismael “El Mayo” Zambada, detenido en Estados Unidos aquel día tras ser traicionado por un hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Existen infinidad de datos que confirman la alianza entre el cártel de Sinaloa y Rocha Moya, quien un día sí y otro también ha mentido sobre el sitio donde realmente se encontraba aquel 25 de julio.
Y este lunes arremetió contra la colega Azucena Uresti, conductora de un noticiero matutino de Grupo Fórmula, y Luis Chaparro, reconocido periodista sinaloense. Empleó la violencia verbal hacia ambos comunicadores, porque no ha probado fehacientemente si realmente se encontraba en Estados Unidos el día de la importante detención. El colega Luis Chaparro ha investigado a fondo para encontrar pruebas migratorias que demuestren que Rocha Moya estuvo en EE. UU., pero no existen en ningún lado. Así las cosas, todo apunta a que el 25 de julio estaba en Sinaloa reunido con “El Mayo” y un malogrado ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Es un secreto a voces en aquella entidad.
Aquí es importante preguntar: ¿Por qué son tan mentirosos los políticos y si la mentira debe siempre formar parte de esa actividad humana tan escasa de escrúpulos y que es la política?
Muchas veces se trata de un comportamiento estratégico relacionado con el entorno político, las expectativas sociales o las dinámicas del poder.
La idea de que “sin mentira no hay política” refleja una visión cínica pero frecuente de la actividad política. Sin embargo, aunque la mentira puede ser una herramienta utilizada por algunos políticos para alcanzar o mantener el poder, no es un componente esencial ni inevitable de la política.
La política, en su esencia, es el arte de negociar y conciliar intereses diversos en una sociedad. En este proceso, puede haber promesas no cumplidas o adaptaciones de la realidad para lograr acuerdos. Sin embargo, esto no significa que la mentira sea siempre necesaria. Políticos que actúan con transparencia y honestidad también pueden lograr consensos y acuerdos, aunque a veces de manera más lenta o con mayor resistencia.
El realismo político sugiere que, en un mundo de competencia por el poder, el engaño y la manipulación son inevitables para sobrevivir. Los teóricos como Maquiavelo defendieron que los líderes debían estar dispuestos a ser pragmáticos, incluso deshonestos, si era necesario para mantener el control y la estabilidad. Desde esta perspectiva, la mentira puede ser vista como una herramienta legítima en ciertas circunstancias.
Históricamente, muchos políticos han utilizado mentiras para lograr fines particulares: justificar guerras, encubrir escándalos o manipular elecciones. Sin embargo, también ha habido ejemplos de políticos que han ganado el respeto y el apoyo de sus ciudadanos a través de la transparencia y la verdad.
En el mundo contemporáneo, la demanda de transparencia es cada vez mayor, impulsada por el acceso a la información y las redes sociales. Esto ha hecho que la verdad sea, en ciertos contextos, una herramienta política poderosa. La política basada en la verdad y la integridad puede generar confianza pública.
En ocasiones, los políticos pueden recurrir a “mentiras blancas” o a ocultar información no con intenciones malignas, sino para evitar el caos, proteger la seguridad pública o dar tiempo para implementar soluciones complejas. Esto plantea un dilema ético: ¿es justificable ocultar o distorsionar la verdad por un “bien mayor”?
Si bien la mentira ha sido utilizada en la política en diferentes grados a lo largo de la historia, no es una necesidad inherente. La política podría existir (y quizás funcionar mejor) en un entorno de mayor transparencia y verdad. Sin embargo, las complejidades del poder, las presiones y la competencia crean un terreno donde, en la práctica, la mentira se ha convertido en una herramienta que muchos políticos consideran estratégica. Y esta condición abunda pues jamás se sanciona.