Espuma tóxica: la alerta ambiental que amenaza a Naucalpan y Morelos
LA CRÓNICA DE MORELOS. Miércoles 25 de junio de 2025.
Por Guillermo Cinta Flores
El pasado 22 de junio, las calles de Naucalpan (Estado de México) se convirtieron en un escenario alarmante cuando el desbordamiento del Río Verde y la Presa Los Cuartos dejó un manto de espuma blanca cubriendo colonias como Nueva San Rafael y San Rafael Chamapa. Esta espuma, catalogada como tóxica por expertos, es un síntoma de la grave contaminación de los cuerpos de agua en México. Lo sucedido en Naucalpan no es un caso aislado y podría repetirse, o incluso estar ocurriendo, en Morelos, donde ríos como el Apatlaco y barrancas convertidas en cloacas enfrentan niveles críticos de contaminación por aguas residuales y descargas industriales clandestinas.
La espuma que sorprendió a los habitantes de Naucalpan no es un fenómeno inofensivo. Según especialistas de la UNAM, surge de la agitación de aguas residuales durante lluvias intensas, combinadas con contaminantes como detergentes, residuos orgánicos y compuestos químicos industriales. La composición de esta espuma incluye tensioactivos de jabones y detergentes con fosfatos, que al mezclarse con el agua generan burbujas persistentes. A esto se suman metales pesados como plomo, mercurio, cadmio y níquel, provenientes de desechos industriales, así como compuestos orgánicos peligrosos como ftalatos, fenoles y tolueno, relacionados con problemas de salud como cáncer, infertilidad y daños neurológicos. La presencia de coliformes fecales y Escherichia coli confirma la contaminación por aguas negras, un problema que se agrava con la falta de tratamiento adecuado.
A pesar de las advertencias de las autoridades locales, encabezadas por el alcalde de Naucalpan, Isaac Montoya, algunos vecinos, incluidos niños, jugaron con la espuma, ignorando los riesgos. El contacto con esta sustancia puede causar irritaciones en piel y ojos, infecciones respiratorias y, en casos extremos, problemas gastrointestinales si se ingiere. En Naucalpan, se reportaron casos de personas atendidas en urgencias por síntomas relacionados, y las autoridades iniciaron campañas de sanitización y monitoreo médico. Este escenario recuerda tragedias como las del Río Santiago en Jalisco, donde la exposición a espuma tóxica ha causado enfermedades graves e incluso muertes.
En Morelos, las condiciones para un desastre similar están presentes. Y esto no es ninguna exageración. La cuenca Balsas, una de las más contaminadas de México, incluye ríos como el Apatlaco y el Yautepec, que reciben descargas de aguas residuales domésticas e industriales sin regulación efectiva. Las barrancas de Cuernavaca, convertidas en cloacas a cielo abierto, acumulan basura y contaminantes como metales pesados y compuestos orgánicos, similares a los encontrados en Naucalpan. La falta de infraestructura para tratar aguas residuales –solo el 31 por ciento de los desechos industriales en México recibe tratamiento adecuado– y las descargas clandestinas agravan el problema. Con un volumen de aguas residuales que supera los 100 metros cúbicos por habitante al año, Morelos enfrenta un riesgo latente de desbordamientos acompañados de espuma tóxica, especialmente durante la temporada de lluvias.
La urbanización descontrolada y la negligencia en el mantenimiento de ríos y barrancas son factores comunes en ambas regiones. En Naucalpan, la insuficiente limpieza de la Presa Los Cuartos contribuyó al desbordamiento, mientras que en Morelos, el desazolve de barrancas es limitado. La acumulación de basura en drenajes y la impermeabilización del suelo por el crecimiento urbano incrementan el escurrimiento de contaminantes hacia los cuerpos de agua, creando un círculo vicioso que amenaza la salud pública y el medio ambiente.
Expertos y activistas coinciden en que la solución requiere acciones urgentes: fortalecer la vigilancia de descargas industriales, invertir en plantas de tratamiento de aguas residuales, y educar a la población sobre los peligros de la contaminación hídrica. En Morelos, la implementación de drenajes sostenibles y el desazolve regular de barrancas podrían mitigar el riesgo. Sin embargo, mientras persista la falta de regulación y la indiferencia social –evidenciada por quienes jugaron con la espuma en Naucalpan–, el problema seguirá creciendo.
Lo ocurrido en Naucalpan es una advertencia para Morelos y otras regiones de México. La espuma tóxica no es solo un espectáculo visual; es un recordatorio de la crisis ambiental que enfrentamos. Sin medidas inmediatas, las calles de Cuernavaca y otras ciudades podrían pronto reflejarse en el mismo espejo turbio que hoy observamos en Naucalpan.