¿Exageración o estrategia? La designación de cárteles mexicanos como terroristas
LA CRÓNICA DE MORELOS. Jueves 07 de noviembre de 2024.
La propuesta de designar a los cárteles mexicanos del narcotráfico como organizaciones terroristas ha generado debates intensos tanto en Estados Unidos como en México. Desde el punto de vista estadounidense, esta designación podría proporcionar herramientas adicionales para combatir el tráfico de drogas y la violencia asociada, como la congelación de activos, la denegación de entrada a miembros de los cárteles y penas más severas para quienes los apoyen. Sin embargo, algunos críticos argumentan que esta medida es una exageración, ya que los cárteles, aunque extremadamente violentos, no persiguen objetivos políticos como lo hacen tradicionalmente los grupos terroristas. Su motivación principal es el control del mercado de las drogas y no la imposición de una ideología o el derrocamiento de un gobierno, lo cual es un componente clave del terrorismo según definiciones internacionales.
En México, la reacción a esta propuesta ha sido variada. Algunos políticos y analistas consideran que tal designación es una violación de la soberanía nacional, temiendo que podría justificar una intervención militar estadounidense en territorio mexicano. Este temor no es infundado, dado el histórico intervencionismo de EE.UU. en América Latina. Además, existe la preocupación de que esta etiqueta podría estigmatizar aún más a México en el ámbito internacional, afectando las relaciones diplomáticas y comerciales, y posiblemente incrementando la presión interna sobre el gobierno para actuar de manera más drástica contra el crimen organizado, lo cual podría tener consecuencias sociales adversas.
Desde una perspectiva de seguridad, hay quienes sostienen que los cárteles ya ejercen un control territorial y una influencia social que podría justificar su consideración como una amenaza a la seguridad nacional, no solo pública. Los ataques a ciudadanos, fuerzas de seguridad e incluso a infraestructura podrían interpretarse como actos de terrorismo, aunque su finalidad no sea política. Sin embargo, la implementación de políticas antiterroristas contra estos grupos podría no ser eficaz, dado que los métodos tradicionales de combate al terrorismo han mostrado limitaciones cuando se aplican a organizaciones criminales complejas como los cárteles, que tienen una estructura y motivaciones distintas a las de grupos como Al Qaeda o ISIS.
Políticamente, la propuesta puede verse como una exageración táctica o un recurso para ganar votos, especialmente entre los sectores conservadores de Estados Unidos preocupados por la seguridad en la frontera y la crisis de opioides. Los discursos sobre la designación de terroristas a los cárteles pueden ser percibidos como parte de una estrategia electoral que busca capitalizar el miedo y la percepción de amenaza. En México, algunos políticos y medios de comunicación critican esta postura como populista, argumentando que no aborda las raíces del problema del narcotráfico, que incluyen el consumo en Estados Unidos, la corrupción y la falta de oportunidades económicas en México.
Finalmente, aunque la designación de los cárteles como terroristas podría ofrecer beneficios legales y estratégicos a corto plazo para Estados Unidos, la complejidad de las relaciones bilaterales y la naturaleza del crimen organizado en México sugieren que esta medida podría ser una exageración que no resuelve fundamentalmente el problema. La cooperación internacional, el fortalecimiento de instituciones locales, y políticas de salud pública y desarrollo económico podrían ser estrategias más efectivas y menos intervencionistas para enfrentar tanto el tráfico de drogas como la violencia asociada, sin recurrir a una etiqueta que podría tener repercusiones diplomáticas y estratégicas indeseadas.
Marko Cortés, líder nacional del PAN, ha insistido en la necesidad de tipificar el delito de narcoterrorismo en México, sugiriendo que esta designación podría facilitar la colaboración internacional para combatir a los cárteles del narcotráfico. En respuesta a estas declaraciones, la presidenta Claudia Sheinbaum criticó duramente a Cortés, cuestionando si estaba haciendo el ridículo o si debía ser considerado un traidor a la patria por pedir la intervención de Estados Unidos en asuntos internos de México, especialmente en un contexto donde las relaciones con el gobierno de Donald Trump podrían volverse tensas. Sheinbaum enfatizó que tal postura podría ser vista como una traición a la soberanía nacional y ridiculizó la idea de que la solución a los problemas de violencia y narcotráfico en México dependa de la intervención extranjera.