FERNANDO BLUMENKRON: EL INDICADO PARA EVITAR EL NAUFRAGIO DE LA JUSTICIA EN MORELOS
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 31 de octubre de 2025
En el ajedrez político y jurídico de Morelos, donde cada movimiento puede significar la diferencia entre la estabilidad y el caos, la designación de Fernando Blumenkron Escobar como encargado del despacho de la Fiscalía General del Estado emerge no como un parche temporal, sino como el probable relevo definitivo e inevitable de Edgar Antonio Maldonado Ceballos, quien este viernes 31 de octubre fue nombrado Secretario de Gobierno.
Con una trayectoria que combina la solidez académica, la experiencia en procuración de justicia y un talante probado en crisis institucionales, Blumenkron no es solo un funcionario más: es el arquitecto idóneo para continuar con la reconstrucción de una Fiscalía que clama por liderazgo ético y efectivo. En tiempos en que la impunidad y la desconfianza erosionan la fe ciudadana, su nombramiento por la gobernadora Margarita González Saravia no es casualidad, sino una apuesta estratégica por la continuidad y la renovación.
El relevo de Maldonado Ceballos, un jurista de probada integridad que deja un legado de profesionalismo en medio de presiones externas, abre una ventana crucial para Morelos. Blumenkron, quien hasta hoy fungía como Fiscal Regional Metropolitano, asume esta responsabilidad interina con la misma determinación que lo ha caracterizado a lo largo de décadas en el servicio público. Su designación asegura la operatividad inmediata de la institución y posiciona a un hombre con visión integral para enfrentar los retos actuales: desde la persecución de redes delictivas hasta la implementación de reformas en el sistema acusatorio adversarial.
La carrera de Blumenkron es un mosaico de roles que demuestran su versatilidad y compromiso con la justicia. Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos con mención honorífica, complementó su formación con maestrías en Ciencias Políticas y Sociales, así como en Administración y Gestión Públicas por la Universidad de Bretaña Occidental en Francia. Estos pilares académicos no son meros títulos: han sido el sustento de su labor como magistrado electoral en el Tribunal Estatal Electoral de Morelos, director general de Atención a Víctimas del Delito en la Procuraduría General de la República, y profesor en temas de derecho penal, derechos humanos y el Sistema Nacional Anticorrupción.
Sin embargo, es en los albores de su trayectoria donde radica el temple que hoy lo hace indispensable: su breve pero heroico paso como Procurador General de Justicia del Estado de Morelos en 1998. Le tocó heredar una institución sumamente destruida, devastada por el paso de funcionarios probadamente vinculados con el crimen organizado de la época. Morelos, entonces un “santuario” para cárteles como el de Amado Carrillo Fuentes —”El Señor de los Cielos”— y Juan José Esparragoza —”El Azul”—, se ahogaba en secuestros, torturas y encubrimientos. La Procuraduría, lejos de ser un baluarte de la ley, era un engranaje corroído por la corrupción, con policías judiciales como el infame Grupo Antisecuestros operando como brazo ejecutor de la delincuencia.
El escándalo estalló con la detención de Carlos Peredo Merlo, el anterior procurador, por encubrimiento en el homicidio de Jorge Nava Avilés, alias “El Moles”, y violaciones a la ley contra la tortura. Blumenkron asumió el mando a inicios de 1998, en un contexto de colapso total: 25 agentes bajo investigación por nexos con secuestradores, una ola de violencia que precipitó la caída del gobernador Jorge Carrillo Olea, y una presión federal asfixiante. La institución, con sus archivos manipulados y su personal infiltrado, era un barco a la deriva, hundido en deudas éticas y operativas que amenazaban con arrastrar al estado entero al abismo.
Aunque su periodo como procurador fue breve —durando hasta mediados de 1998—, se caracterizó por un esfuerzo titánico por evitar el hundimiento definitivo. Blumenkron disolvió de inmediato el Grupo Antisecuestros (clave “Arsénico”), impulsó investigaciones internas contra los elementos corruptos y coordinó con autoridades federales para desmantelar redes de impunidad. No era un tiempo para reformas estructurales, sino para contención de daños: rescatar lo rescatable de una procuraduría que había perdido toda credibilidad, priorizando la protección de víctimas y la depuración de un aparato judicial contaminado. Esa gestión, bajo fuego cruzado, forjó en él una resiliencia que hoy resuena como lección viva para Morelos.
Aquella experiencia no fue un paréntesis aislado, sino el crisol que temperó su enfoque posterior. De allí emergió para ocupar cargos como Secretario de Seguridad Pública en Morelos, coordinador en la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGR federal, y magistrado en el Tribunal Estatal Electoral, donde defendió la legitimidad de procesos electorales en un estado marcado por la polarización. Su labor académica, con publicaciones sobre el sistema de justicia penal y el proceso acusatorio en colaboración con la UNAM, y su paso reciente como director del SAPAC en Cuernavaca —donde enfrentó deudas millonarias con igual denuedo—, ilustran un patrón: Blumenkron no administra crisis, las transforma en oportunidades de reconstrucción.
Hoy, Morelos necesita precisamente eso: un fiscal general que no tema las ruinas del pasado para edificar un futuro justo. Fernando Blumenkron Escobar no es un interino; es el relevo definitivo que la Fiscalía General merece. Su designación formal no solo honraría su legado, sino que enviaría un mensaje contundente a la ciudadanía: la justicia en Morelos no se rinde ante las sombras del crimen organizado. Es hora de apostar por él, con la certeza de que, como en 1998, sabrá capitanear el barco hacia aguas seguras.
