“GRACIAS A DIOS” EN HUITZILAC: SOLO EJECUCIONES, MASACRES Y UN POCO DE ROBO DE AUTOS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 18 de diciembre de 2025
El alcalde César Dávila Díaz asegura que, “gracias a Dios”, en Huitzilac no hay secuestros ni extorsiones, solo robos de vehículos, principalmente en las Lagunas de Zempoala, donde la falta de señal telefónica complica la respuesta policial. Promete instalar 20 cámaras más para sumarlas a las existentes y conectarlas al C-5, como si unas lentes pudieran disuadir a los grupos que controlan el territorio.
Pero la realidad desmiente esa fe optimista. En 2025, el municipio ha sido escenario de una masacre en enero, con cinco aspirantes a bienes comunales ejecutados durante una reunión; el asesinato del secretario municipal Alejandro Mancilla en abril, baleado frente al ayuntamiento; y múltiples ataques armados que han dejado decenas de muertos, incluyendo jóvenes, funcionarios y hasta un director de deporte.
El propio Dávila ha admitido en otras ocasiones que la violencia “nos rebasa”, solicitando refuerzos federales ante homicidios, despojos y tala ilegal vinculada a cárteles como La Familia Michoacana. Y sí hay secuestros: exprés para despojos de terrenos, casos documentados como el de autoridades comunales detenidas por privación ilegal de la libertad, o asaltos a ciclistas y transportistas que terminan en retenciones violentas. Extorsiones a comerciantes y transportistas son el pan de cada día, según reportes de inteligencia y denuncias locales. Negarlo no borra las narcomantas, los cuerpos en barrancos ni las alertas de inseguridad que ahuyentan a turistas y aterrorizan a residentes.
Minimizar la crisis a “solo” robos de autos –que sí abundan, uno por semana en Zempoala– roza el cinismo cuando el municipio suma más de 30 homicidios dolosos solo hasta septiembre de 2025. Las cámaras son bienvenidas, pero no sustituyen una estrategia real contra la infiltración criminal en procesos políticos, comunales y policiacos. Desde hace décadas la economía de la región se fundamenta en los asaltos a mano armada, la tala clandestina de bosques, la extracción ilegal de tierra de monte y el tráfico de tierras a través de los representantes de Bienes Comunales. Sumen ustedes las extorsiones y los secuestros, como aderezo complementario de la economía criminal.
Esta problemática, solapada durante décadas por autoridades federales, estatales y municipales, se explica sola. Cuando existió la Policía Federal de Caminos, lo normal era el contubernio entre criminales y agentes, para hacer la vista gorda, por ejemplo en la tala clandestina y el saqueo de tierra de monte.
Los habitantes de Huitzilac no necesitan frases piadosas que invoquen a Dios para maquillar la impunidad. Merecen acciones concretas: depuración de estructuras corruptas, presencia efectiva del Estado y justicia para las víctimas. Porque, gracias a la inacción, la delincuencia sigue cobrando vidas.
Mientras el alcalde agradece la divina providencia por ausencia de delitos graves, la violencia real no distingue entre fe y balas. Huitzilac urge un milagro terrenal: gobernantes que enfrenten la verdad sin eufemismos.
