GUARDIA NACIONAL: UNA QUIMERA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 6 de septiembre de 2023
Eduardo Guerrero Gutiérrez, profesor e investigador de El Colegio de México y el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades de la UNAM, es experto en temas de seguridad, transparencia y acceso a la información. Ha tenido y posee autoridad para opinar en torno a la Guardia Nacional y el creciente clima de violencia prevaleciente desde la entronización de AMLO como presidente de la República el 1 de diciembre de 2018, sobre un escenario en donde el descontrol de la criminalidad era y es evidente.
Lo que estamos observando, gentiles lectores, no es nuevo. El escenario, agravado por la transición política de 2018 y que amenaza con empeorar conforme los mexicanos avancemos hacia una nueva transición política de 2024, fue advertido en múltiples ocasiones por Guerrero Gutiérrez con relación a las estrategias que en materia de seguridad pública había implementado el régimen federal, de manera fallida.
Hace algunos años, Eduardo Guerrero Gutiérrez publicó un gran ensayo titulado “Los hoyos negros de la estrategia contra el narco”, donde analizó los objetivos del combate al crimen organizado, a cargo del gobierno de México.
Dichos objetivos, en términos generales, fueron: 1. Fortalecer las instituciones de seguridad. 2. Disminuir, detener o evitar el consumo de drogas. 3. Desarticular a las organizaciones criminales. 4. Recuperar los espacios públicos.
De aquel trabajo hoy retomaré el siguiente fragmento.
“El gobierno ha avanzado en el objetivo de desarticular las bandas criminales. ‘Desarticular’ significa literalmente ‘desorganizar’ o ‘separar en partes’. ‘Desarticular’ una organización criminal no implica desaparecerla, sino fragmentarla. Para ‘desarticular’ a los cárteles, las autoridades han puesto en práctica una política de detenciones y decomisos. Los capos casi siempre son detenidos después de ‘meses de trabajo de inteligencia’ y, cuando es posible, extraditados. Invariablemente, estas detenciones generan olas de violencia que pueden durar semanas o meses, y con frecuencia culminan en la escisión del cártel descabezado, lo cual propicia el nacimiento de nuevas organizaciones”.
Efectivamente. El gobierno avanzó en el objetivo de desarticular las bandas criminales, pero solo golpeó el avispero, pues las cosas se agravaron. Hay muchas zonas del país sometidas por el crimen organizado.
Las estadísticas siempre revelan reacomodos delincuenciales después de las susodichas “desarticulaciones” de bandas. En 2018 advertimos que todo podría suceder en Morelos con respecto a la elevación de la incidencia delictiva, poniendo especial énfasis en el cobro de piso (o extorsiones) que ya había empezado en algunas avenidas importantes al oriente de Cuernavaca y entre destacados restauranteros. Hoy en día, las extorsiones o el “cobro por derecho de piso” a empresarios morelenses es cotidiano y no acaba de combatirse.
Por cierto, en tan complicado contexto social, la Guardia Nacional no resolvió la escalada de violencia nacional y regional. Al menos en cuanto a Morelos y la zona metropolitana de Cuernavaca se refiere, nunca se anticipa a los delitos de alto impacto. Siempre llega después de los hechos violentos, solo a dirigir el tránsito, a acordonar las escenas del crimen y, desde luego, a entorpecer la labor de los medios de comunicación. Resultó ser una quimera.