HACIA UN SISTEMA PENITENCIARIO HUMANO Y EFECTIVO EN MORELOS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 15 de agosto de 2025
La instalación de la Comisión para el Mejoramiento del Sistema Penitenciario en el Estado de Morelos, encabezada por la gobernadora Margarita González Saravia, marca un hito en la búsqueda de un sistema integral de seguridad que no solo persiga y sancione el delito, sino que también apueste por la reinserción social como pilar fundamental. Esta iniciativa, alineada con el Plan Estatal de Desarrollo 2025-2030, refleja un compromiso serio por transformar un sistema penitenciario que, históricamente, ha sido señalado como deficiente y, en muchos casos, como una “escuela de delincuentes”.
Un sistema integral de seguridad, como he reflexionado muchas veces, descansa en cuatro columnas esenciales: la prevención y disuasión de los delitos, la persecución efectiva a través de las fiscalías, la administración de justicia en los juzgados y, finalmente, la reinserción social. En México, esta última columna ha sido el talón de Aquiles. Las cárceles, lejos de rehabilitar, a menudo perpetúan el ciclo de la delincuencia debido a condiciones precarias, hacinamiento, falta de programas efectivos y una visión punitiva que descuida la dignidad humana. La creación de esta Comisión en Morelos parece ser un paso decidido para romper con ese paradigma.
El enfoque propuesto por la gobernadora es ambicioso y necesario. Al priorizar la reinserción social, se reconoce que el fin último de la justicia penal no es solo castigar, sino transformar. La inclusión de acciones en salud, educación, cultura, deporte, alimentación y trabajo dentro de los centros penitenciarios no solo dignifica a las personas privadas de la libertad, sino que les dota de herramientas para reintegrarse a la sociedad de manera productiva. Asimismo, la supervisión de las condiciones de vida, la revisión de juicios, sentencias y programas de preliberación son medidas que atacan problemas estructurales del sistema, como la corrupción, la opacidad y la falta de seguimiento a los procesos judiciales.
El secretario de Gobierno, Juan Salgado Brito, destacó un punto clave: el aumento en la población penitenciaria derivado de una mayor efectividad en el combate a la delincuencia. Esto, aunque positivo en términos de persecución del delito, pone presión adicional sobre el sistema penitenciario. Sin una estrategia integral, el hacinamiento y las condiciones inhumanas podrían agravarse, perpetuando el círculo vicioso. La respuesta de la administración de González Saravia, al crear esta Comisión, es un reconocimiento de que la seguridad no termina con la detención, sino que debe extenderse hasta la reinserción.
La composición de la Comisión, que incluye a figuras clave de la Secretaría de Gobierno, Seguridad, Educación, Justicia, Derechos Humanos y el Sistema Penitenciario, garantiza una visión multidisciplinaria. Además, la incorporación de un lenguaje incluyente y la eliminación de estereotipos reflejan una perspectiva moderna, centrada en los derechos humanos, que busca erradicar la discriminación dentro de los centros penitenciarios. Este enfoque no solo cumple con la normativa vigente, sino que responde a una demanda social creciente por una justicia más humana y equitativa.
Sin embargo, el desafío es monumental. Cambiar la cultura penitenciaria requiere no solo voluntad política, sino también recursos, capacitación y un seguimiento riguroso. Las buenas intenciones deben traducirse en resultados concretos: programas de reinserción efectivos, instalaciones dignas y un sistema de monitoreo que garantice transparencia y rendición de cuentas. La historia mexicana está llena de iniciativas que, aunque bien diseñadas, se diluyen en la implementación. La Comisión deberá superar este riesgo con metas claras, indicadores medibles y un compromiso sostenido.
Morelos tiene la oportunidad de convertirse en un modelo a seguir. Si logra consolidar un sistema penitenciario que no solo castigue, sino que rehabilite, estará sentando las bases para una seguridad integral que beneficie a toda la sociedad. La reinserción social no es un lujo, es una necesidad. Como dice el viejo adagio, de nada sirve encerrar a las personas si, al salir, regresan al mismo entorno que las llevó al delito. La apuesta de la gobernadora González Saravia es clara: romper ese ciclo y construir un futuro donde la justicia sea sinónimo de transformación, no de venganza.