IMPUNIDAD EN EL USO DE CLEMBUTEROL PARA ENGORDAR GANADO: EL BLOQUEO EN CUERNAVACA REAVIVA UNA PROBLEMÁTICA CRÓNICA
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 4 de diciembre de 2025
Tal como ocurre con infinidad de problemas sin solución en México y Morelos, el consumo de carne derivada de animales engordados con suplementos a base de clembuterol sigue siendo un tema recurrente que pone en jaque la salud pública. El pasado 27 de noviembre de 2025, introductores de ganado y tablajeros del Rastro Municipal de Cuernavaca bloquearon durante varias horas la avenida Morelos, en la esquina con 20 de Noviembre, justo frente a la sede de la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Morelos (Coprisem).
La protesta surgió tras la intervención de una inspectora de esa dependencia, quien ordenó la suspensión temporal de la matanza al detectar clenbuterol en varios ejemplares de bovinos. El cierre del rastro, que afecta a cientos de familias dependientes de esta actividad económica, se levantó solo después de acordarse la instalación de una mesa de diálogo para resolver el impasse. Sin embargo, este incidente no es un hecho aislado: revela la persistencia de prácticas ilegales que, pese a las normativas vigentes, siguen exponiendo a los morelenses —y a los mexicanos en general— a riesgos graves para su salud.
A pesar de que el uso de clembuterol en la engorda de ganado está prohibido en México desde la emisión de la Norma Oficial Mexicana NOM-061-ZOO-1999, que regula los establecimientos dedicados al sacrificio y faenado de animales, esta sustancia sigue circulando de manera impune en la cadena de producción pecuaria.
En 2025, el problema no ha sido erradicado; al contrario, alertas epidemiológicas recientes destacan brotes de intoxicaciones en varios estados, incluyendo Morelos, donde las autoridades sanitarias han manejado estos casos mayoritariamente como un asunto de salud animal, subestimando su impacto en humanos.
La Secretaría de Salud de Michoacán, por ejemplo, reporta que desde 2002 se han detectado brotes continuos en entidades como Jalisco, Ciudad de México, Guanajuato y el Estado de México, con síntomas que persisten en la actualidad: taquicardia sinusal (hasta 150 pulsaciones por minuto), palpitaciones, temblores musculares, dolor de cabeza, mareos, náuseas, fiebre y escalofríos. Estos efectos tóxicos se agravan en el consumo de vísceras como el hígado y riñones, donde el metabolito activo del clembuterol se acumula en concentraciones mucho mayores que en la carne magra.
Recordemos que el clembuterol es un fármaco β2-agonista autorizado en humanos como broncodilatador para afecciones respiratorias y en animales para tratamientos específicos, como afecciones pulmonares o como tocolítico en vacunos. No obstante, sus propiedades anabólicas —que promueven el crecimiento muscular, reducen la grasa corporal y aceleran la ganancia de peso en bovinos jóvenes— lo convierten en un “promotor de crecimiento” ilegal, similar a un esteroide. Esta redistribución de masa favorece cortes de carne que imitan la calidad de “Angus” importados de Estados Unidos o Argentina, pero a costa de la salud de los consumidores. En atletas, su uso dopante es notorio por no generar efectos androgenizantes, aunque la ingesta crónica resulta tóxica para el corazón, con reportes de muertes súbitas asociadas al ejercicio.
La sintomatología de la intoxicación aguda, documentada en estudios como el de Eusebio Sabino Marbán-Arcos y Francisco Alejandro López-Jiménez (2011), se manifiesta entre 30 minutos y dos horas después de la ingesta, con cuadros de estimulación adrenérgica: agitación psicomotriz, cefalea intensa, dolor precordial, hipertensión arterial, temblores en extremidades y ansiedad extrema. En casos emblemáticos revisados en esa investigación, familias enteras en Guerrero y el entonces Distrito Federal sufrieron estos síntomas tras consumir hígado de res contaminado. Por ejemplo:
- Familia 1 (Iguala, Guerrero): Una mujer de 25 años presentó agitación, temblores, cefalea y hipertensión 30 minutos post-ingesta, con síntomas que duraron hasta 48 horas; su hermano de 18 años tuvo temblores leves por 24 horas; y su madre de 47 años reportó nerviosismo y palpitaciones por dos días.
- Familia 2 (Ciudad de México): Dos mujeres de 37 y 40 años experimentaron ansiedad extrema, temblores generalizados y taquicardia, requiriendo atención en urgencias con oxígeno y ansiolíticos, con recuperación parcial en 24-48 horas.
Estos patrones clínicos se alinean con la distribución geográfica de los casos en México: predominantemente en la mesa central y sur del país, donde Morelos forma parte del epicentro.
En el primer semestre de 2007, se registraron 1,663 intoxicaciones, con Jalisco, CDMX y Guanajuato concentrando el 77 por ciento —un porcentaje que, según alertas de 2025, no ha disminuido significativamente debido a la evasión de controles fronterizos y filtros nacionales.
Recientemente, la UNAM ha contribuido a detectar dopaje no intencional en humanos vía consumo de carne contaminada, subrayando que este delito persiste pese a normativas como la NOM-EM-015-ZOO-2002, que prohíbe beta-agonistas en animales de abasto.
En el fondo, el bloqueo en Cuernavaca del 27 de noviembre no es solo una protesta económica: es un grito de alerta ante la impunidad de quienes —criadores, pastoreadores y comercializadores— priorizan ganancias sobre la ética y la regulación.
La acumulación de clenbuterol en vísceras eleva el riesgo para familias, asadores y comunidades enteras, especialmente en convivios donde se consumen bistecs, filetes o hígado sin sospechar el peligro.
El diagnóstico depende de la sospecha clínica ante ingestas grupales de vísceras, y su manejo requiere ansiolíticos, monitoreo cardíaco y, en casos graves, soporte vital —pero la prevención exige una coordinación total entre salud humana (Cofepris, Coprisem) y animal (Senasica, Sagarmex).
Mientras no se fortalezcan las inspecciones en rastros como el de Cuernavaca, y no se sancionen severamente las importaciones ilegales o el aditivado en balanceados, esta historia se repetirá. Morelos, con su tradición ganadera, merece más que mesas de diálogo reactivas: urge una vigilancia proactiva que proteja a los consumidores de un veneno disfrazado de “calidad premium”. La salud no puede ser rehen de la avaricia.
