LA AUSTERIDAD DE FACHADA: NOROÑA, HACES Y EL DOBLE DISCURSO DE LA 4T
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 4 de julio de 2025
La austeridad republicana, ese estandarte que la Cuarta Transformación (4T) ha ondeado con fervor desde los púlpitos del poder, se tambalea una vez más bajo el peso de su propia hipocresía. Este jueves, Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, salió a defender la opulenta fiesta de cumpleaños del diputado morenista Pedro Haces Barba, celebrada en el exclusivo club “Caroline’s 400” del lujoso Hotel St. Regis en Paseo de la Reforma.
Con una desfachatez que raya en lo caricaturesco, Noroña afirmó que la política de austeridad de Morena no tiene nada que ver con los gastos personales de sus legisladores, siempre que sean con “recursos propios”. ¡Vaya manera de justificar el dispendio!
Aquí, en esta columna, desmontaremos el doble discurso de la 4T y, de paso, le daremos una merecida “raspada” a los protagonistas de esta farsa. Empecemos por Noroña, el autoproclamado paladín de la justicia social, quien no pierde oportunidad de subirse al púlpito para predicar la humildad y la lucha por los desposeídos.
Este mismo Noroña, que ha sido señalado por viajar en primera clase a Europa (con viáticos pagados por el erario, según documentos del Senado que revelaron un gasto de 159 mil pesos en un solo viaje a Estrasburgo) y por disfrutar de lujos que difícilmente podrían costearse con un sueldo de servidor público, ahora nos quiere convencer de que los excesos personales no contradicen el dogma de la austeridad.
¿En serio, senador? ¿Entonces la “austeridad republicana” es solo un eslogan para las cámaras, un disfraz que se quitan en cuanto las luces se apagan? Porque mientras el discurso oficial de la 4T clama por la pobreza franciscana, sus líderes parecen más inclinados a la opulencia faraónica.
Y luego está Pedro Haces, el diputado morenista que, con la sutileza de un elefante en una cristalería, decidió celebrar su cumpleaños número 60 en uno de los clubes más exclusivos de la Ciudad de México. Haces, un líder sindical con un historial que huele más a caciquismo que a revolución, no solo organizó una fiesta que desentona con el discurso de la 4T, sino que tuvo el descaro de invitar a un desfile de figuras prominentes de Morena, como Manuel Velasco, Dolores Padierna y Ricardo Monreal, quienes acudieron gustosos a brindar en un ambiente que destila elitismo.
¿Dónde quedó el “no somos los mismos” que tanto cacarean? Porque, a juzgar por las imágenes de la celebración, parece que la 4T ha cambiado las tortillas con frijoles por caviar y champán. La contradicción es tan evidente que insulta la inteligencia.
La austeridad, según el discurso de la 4T, no es solo una política pública, sino un estilo de vida que sus líderes deben encarnar para dar el ejemplo.
López Obrador y Claudia Sheinbaum han repetido hasta el cansancio que los servidores públicos deben vivir con sencillez, alejados de los lujos y las frivolidades. Sin embargo, cuando se trata de sus allegados, el discurso se diluye en un cínico “es mi dinero, hago lo que quiero”. ¿No era que el poder debía servir al pueblo y no a los caprichos personales? Porque mientras Haces y compañía brindan en el St. Regis, millones de mexicanos enfrentan la precariedad que la 4T dice combatir.
Noroña, con su defensa, no solo justifica el dispendio de Haces, sino que expone la fragilidad de un movimiento que se tambalea entre la retórica populista y las prácticas elitistas. Este no es un caso aislado. Recordemos las críticas que el propio Noroña enfrentó por sus viajes a Roma, París y Venecia, donde compartió fotos en museos y restaurantes de lujo, o cuando fue captado en una sala VIP de un aeropuerto. En cada ocasión, su respuesta ha sido la misma: “Es mi dinero, es mi derecho”. Pero, ¿de dónde salen esos recursos, senador? Porque el sueldo de un legislador, por generoso que sea, difícilmente alcanza para financiar un estilo de vida que parece sacado de una telenovela de ricos.
Y si, como él mismo ha insinuado, estos lujos se pagan con “recursos propios”, entonces que transparente de dónde vienen esos ingresos, porque la opacidad solo alimenta la sospecha.
Pedro Haces, por su parte, no se queda atrás en este desfile de incongruencias. Como líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), ha sido acusado de prácticas que poco tienen que ver con los ideales de justicia social que Morena dice defender. Su fiesta en el St. Regis no es solo un acto de ostentación, sino un recordatorio de que, para algunos en la 4T, la transformación es solo un eslogan para ganar votos, no una convicción. ¿Cómo se atreve Haces a presentarse como representante del pueblo cuando sus celebraciones rivalizan con las de los “fifís” que tanto critica su partido?
La hipocresía de la 4T no es nueva, pero cada episodio como este erosiona un poco más la credibilidad de un movimiento que prometió ser diferente. Mientras Noroña y Haces defienden su derecho a gastar a manos llenas, el pueblo al que dicen representar enfrenta hospitales sin medicinas, escuelas sin recursos y una economía que no levanta. La austeridad, al parecer, es solo para los de abajo, mientras los de arriba se dan la gran vida con la excusa de los “recursos propios”.
En conclusión, el espectáculo de Noroña defendiendo la fiesta de Haces no es solo un escándalo pasajero; es un retrato de la doble moral que permea a la 4T. Si quieren seguir predicando austeridad, que empiecen por practicarla. De lo contrario, que dejen de insultar nuestra inteligencia con discursos vacíos. Porque, como decía el gran filósofo mexicano, Juan Gabriel: “Lo que se ve no se pregunta”. Y lo que vemos, señores Noroña y Haces, es una farsa que ya no engaña a nadie.