LA CAJA CHINA: UNA ESTRATEGIA DE DISTRACCIÓN POLÍTICA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Miércoles 23 de julio de 2025
En el ámbito político, la “caja china” es una táctica de manipulación mediática diseñada para desviar la atención pública de un problema grave o incómodo, como un escándalo de corrupción, una crisis económica o una decisión impopular. Esta estrategia consiste en introducir un nuevo tema, generalmente sensacionalista o emocionalmente impactante, que capture el interés de los medios y la ciudadanía, eclipsando el asunto original. El término, inspirado en las muñecas rusas que contienen otras dentro de sí, refleja cómo una noticia secundaria se usa para ocultar otra más relevante. En contextos políticos, esta práctica es común entre funcionarios y líderes que buscan proteger su imagen o mantener el control de la narrativa pública, a menudo a expensas de la transparencia.
La efectividad de la caja china radica en su capacidad para explotar la saturación informativa y el impacto emocional en una sociedad bombardeada por noticias. Por ejemplo, un gobierno puede destacar un evento trivial o polémico, como una declaración controvertida de una figura pública, para desviar el foco de un caso de malversación de fondos. En América Latina, esta técnica ha sido recurrente, como se ilustra en la película mexicana La dictadura perfecta, donde un escándalo mediático encubre una declaración presidencial desafortunada. En las redes sociales, esta estrategia también se amplifica, con usuarios y medios participando, a veces sin saberlo, en la difusión de la distracción, lo que permite a los políticos manipular la agenda informativa y minimizar el daño a su reputación.
A pesar de ser una práctica antigua, la caja china plantea un desafío ético y democrático, ya que socava la rendición de cuentas y el derecho de la ciudadanía a estar informada. En un entorno donde las emociones suelen pesar más que los hechos, esta táctica aprovecha la dificultad de los ciudadanos para discernir entre lo relevante y lo superfluo. Para contrarrestarla, es crucial fomentar un periodismo crítico y una ciudadanía consciente que priorice los temas de fondo sobre el espectáculo mediático. La pregunta que queda es: ¿cómo podemos mantenernos alerta para no caer en la trampa de la caja china y exigir transparencia en lugar de distracciones?