LA CASA IMPOSIBLE: NOROÑA Y EL MITO DE LA HIPOTECA SOBRE TIERRAS COMUNALES
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 28 de agosto de 2025
En Tepoztlán, donde las montañas susurran historias de resistencia comunal, el senador morenista Gerardo Fernández Noroña ha levantado una mansión que grita hipocresía. Una residencia de 12 millones de pesos, con 1,200 metros de terreno y vistas de postal, comprada en noviembre de 2024, ha puesto al descubierto el abismo entre el discurso de la “austeridad republicana” y los lujos personales de un paladín de la 4T. Noroña, el eterno crítico de la “mafia del poder”, el que exigía renuncias por seguros médicos privados, ahora se pasea por jardines rústicos y chimeneas de ensueño. ¿Dónde quedó el hijo del pueblo que vivía en una vecindad del Centro Histórico?
El escándalo no es solo el precio de la casa, sino el origen del predio: cien por ciento comunal, según los Bienes Comunales de Tepoztlán, que ya analizan un juicio de restitución. Las tierras comunales, protegidas por el artículo 27 constitucional, son inalienables, imprescriptibles e inembargables. No se venden, no se hipotecan, no se regalan. Sin embargo, Noroña, con su crédito “hipotecario” (o personal, según sus evasivas), parece haber burlado la Ley Agraria. ¿Cómo un predio colectivo terminó en manos de un senador que presume transparencia? La respuesta huele a irregularidad, y el olor es tan fuerte que hasta los cerros de Tepoztlán se indignan.
La defensa de Noroña es un malabarismo verbal digno de circo. Dice que la casa es “de clase media”, que la paga con su sueldo de 131,700 pesos mensuales y sus videos de YouTube.
En el contexto del escándalo de la residencia surge una evidente imposibilidad matemática para que un hombre de 65 años la pague con su sueldo de senador, que, como ya se dijo, asciende a 131,700 pesos mensuales netos en 2025, según el Manual de Remuneraciones del Senado publicado en el DOF. Un análisis de simuladores hipotecarios como los de BBVA, Banamex y Expansión revela que, asumiendo un enganche del 10% (1.2 millones de pesos), un préstamo de 10.8 millones a una tasa fija promedio de 10.1% (vigente en el primer trimestre de 2025, de acuerdo con estadísticas de Dinero.mx y la Sociedad Hipotecaria Federal) y un plazo de 20 años —el máximo realista para alguien de esa edad, ya que los bancos limitan la edad al cierre en 65-70 años y el plazo no excede los 25 años—, la cuota mensual ascendería a aproximadamente 114,536 pesos, más seguros y comisiones que elevan el total a cerca de 120,000 pesos. Esto representaría más del 86% de su salario mensual, dejando apenas 11,700 pesos para gastos esenciales como comida, transporte y servicios, lo cual es insostenible financieramente y viola las normas bancarias que exigen que la deuda no supere el 30-35% de los ingresos (recomendación de HSBC y CONDUSEF), requiriendo un ingreso mínimo sugerido de al menos 310,333 pesos mensuales para calificar, equivalente al 0.045% de los hogares mexicanos según el INEGI; en suma, no hay manera viable de amortizar tal hipoteca solo con ese sueldo, ni siquiera sumando ingresos extras como YouTube, sin un aval o recursos ocultos que cuestionen la transparencia declarada.
¿Clase media? Una residencia con vidrios templados, terrazas y artesanías globales no es el sueño de un oficinista, sino el capricho de un nuevo rico. Y si el predio es comunal, como se sabe, ningún banco serio habría otorgado un crédito hipotecario, porque esas tierras no son garantía válida. ¿Mintió en su declaración patrimonial? ¿O hubo una privatización exprés que nadie explica? La opacidad es el único inquilino fijo en esa mansión.
La presidenta Sheinbaum, en su mañanera de este 27 de agosto, quiso apagar el incendio con gasolina, acusando a los medios de “montar cortinas de humo” para proteger a García Luna. Su estrategia: desviar, minimizar, proteger al correligionario. Pero el fuego no se apaga cuando el pueblo, al que Morena jura servir, ve a sus líderes viviendo como los “fifís” que tanto critican. Noroña, con su retórica de lucha social, ha clavado un puñal en la credibilidad de la 4T. La austeridad, parece, es solo para los discursos, no para los hechos.
El trasfondo jurídico es aún más escandaloso. Los predios comunales, según la Ley Agraria, no pueden hipotecarse porque no son propiedad privada. Punto. Bancos como BBVA o Santander exigen títulos claros, y el Registro Agrario Nacional no avala transacciones sin la bendición de la asamblea de comuneros. Si Noroña compró un terreno comunal, o bien el vendedor lo engañó (poco probable, dada su astucia política), o bien participó en una transacción que podría ser nula. Los comuneros de Tepoztlán, guardianes de su legado, no se quedarán callados. Un juicio agrario podría devolver el predio a la comunidad, dejando a Noroña con un crédito caro y una casa en el aire.
La hipocresía de Noroña no es solo personal; es sistémica. Morena se vende como el partido del pueblo, pero sus figuras acumulan propiedades mientras predican pobreza franciscana. Recordemos al propio Noroña en 2018, cuando tronaba contra los “lujos inmorales” de los legisladores. Ahora, con su chimenea encendida y su vista a las montañas, parece que el único lujo inmoral es el suyo. ¿Qué diría el Noroña de hace una década del Noroña de hoy? Probablemente lo llamaría traidor.
El caso también destapa una verdad incómoda sobre los predios comunales en México. Desde la reforma de 1992 al artículo 27, la presión por privatizar tierras colectivas ha crecido, alimentada por desarrolladores y políticos voraces. Tepoztlán, con su mística y su turismo, es un imán para estos despojos disfrazados de progreso. Que un senador de Morena, supuestamente defensor de las causas indígenas, esté enredado en un posible abuso de tierras comunales es una bofetada a las comunidades que resisten la especulación.
Noroña insiste en que la austeridad es una política pública, no una camisa de fuerza personal. Pero cuando tu bandera es la congruencia, cada ladrillo de tu mansión pesa como una contradicción. Si la casa fue comprada con ingresos legítimos, ¿por qué no transparentar cada peso? Si el predio es legalmente suyo, ¿por qué los comuneros hablan de despojo? Las preguntas se acumulan, pero las respuestas de Noroña son puro ruido: videos en redes, burlas a la prensa, y una arrogancia que huele a impunidad.
El futuro de este escándalo dependerá de los Tribunales Agrarios y la presión social. Si los comuneros prueban que el predio es suyo, la casa de Noroña podría ser solo un castillo de naipes. Y aunque el senador salga librado, el daño está hecho: su credibilidad está en ruinas, y la 4T, con él, pierde un pedazo de su narrativa moral. La lección es clara: en política, las palabras pesan, pero las acciones aplastan. Tepoztlán seguirá siendo testigo de esta farsa, con sus cerros como jueces silenciosos. Mientras tanto, Noroña duerme en su mansión, pero el pueblo, al que dice representar, no olvida. La austeridad no es una casa de 12 millones. La congruencia no se compra con un crédito. Y la verdad, tarde o temprano, sale a la luz como el sol sobre las montañas.