LA CECINA QUE UNE: INAUGURACIÓN DE LA FERIA DE YECAPIXTLA 2025
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 24 de octubre de 2025
En el corazón de Yecapixtla, donde el aroma de la cecina ahumada se entremezcla con el bullicio de un tianguis ancestral, se inauguró este jueves la Feria Internacional de la Cecina y Tianguis Grande de Yecapixtla 2025. Bajo un sol morelense que bendecía cada puesto y cada sonrisa, la gobernadora Margarita González Saravia tomó la palabra en un acto que no fue solo protocolar, sino un verdadero homenaje a las raíces de esta tierra. Miles de visitantes, locales y foráneos, se congregaron (y lo harán en los próximos días) para celebrar no solo un platillo emblemático, sino el espíritu indomable de Morelos, en un evento que prometía tres días de música, artesanías y, sobre todo, orgullo regional.
El momento cumbre llegó con la presencia de Santiago Nieto Castillo, director general del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), quien detalló con precisión quirúrgica los avances en el procedimiento para otorgar a Yecapixtla la tan anhelada Denominación de Origen para su cecina. “Estamos a un paso de blindar este tesoro cultural contra la imitación barata”, afirmó Nieto, mientras la multitud aplaudía con fervor. En un Morelos que busca reposicionarse en el mapa gastronómico nacional, esta certificación no es un mero trámite burocrático: es un escudo para los productores locales, un impulso económico que podría transformar vendedores ambulantes en exportadores globales. La gobernadora, con su habitual carisma, selló el compromiso estatal, recordando que “la cecina no es solo carne; es nuestra historia en cada bocado”.
Lo que más conmovió en el escenario fue el palpable regionalismo que impregnaba el aire, un deseo colectivo de rescatar la identidad morelense que, por momentos, parece diluida en el torbellino de la modernidad. En un estado donde la globalización y las sombras urbanas de Cuernavaca compiten con las tradiciones rurales, esta feria se erige como un bastión de lo auténtico. Los danzantes chinelos, con sus máscaras multicolores, y las mujeres tecleando en telares ancestrales, recordaban que Morelos no es solo sol y margaritas, sino un mosaico de comunidades que resisten y celebran. Fue un acto que latió con el pulso de lo local, un antídoto contra la homogeneización que amenaza con borrar nuestras peculiaridades.
Allí, como guardianes de esa herencia, brilló el Clan Sánchez Vargas-Zavala, encabezado por don Jorge Rafael Sánchez Vargas, el patriarca que, como alcalde de Yecapixtla entre 1991 y 1993, vio nacer esta misma feria de un sueño colectivo. Su figura, serena y venerable, evocaba épocas en que la política local se tejía con hilos de comunidad y no de reflectores. A su lado, su hijo Paco Sánchez Zavala, quien también ocupó la alcaldía y sembró semillas de progreso, y ahora su otro vástago, Heladio Rafael Sánchez Zavala, listo para cumplir con el relevo. Esta dinastía familiar no es un relicto feudal, sino un testimonio vivo de cómo el liderazgo morelense se hereda en la pasión por el terruño, uniendo generaciones en torno a la mesa compartida de la cecina.
No menos destacados fueron los secretarios de Desarrollo Económico y Turismo, Víctor Sánchez Trujillo y Daniel Altafi Valladares, respectivamente, cuya labor incansable en la región ha sido el motor detrás de esta certificación inminente. Tras un periodo legal para recibir posibles inconformidades, el decreto se emitirá en breve, allanando el camino para que la cecina yecapixtleca conquiste mercados más allá de las fronteras estatales. Sus intervenciones, precisas y optimistas, subrayaron el trabajo coordinado: desde capacitaciones a productores hasta alianzas con el IMPI, todo orquestado para que el sabor de Morelos no sea solo un recuerdo, sino un motor de empleo y orgullo. En un estado con potencial turístico inexplorado, estos funcionarios demuestran que la administración pública, bien aplicada, puede ser aliada de la tradición.
En fin, este acto fue cien por ciento regionalista, un bálsamo para una identidad morelense que hemos ido perdiendo a manos de diversas causas, no menor la sombra de la inseguridad que aún acecha en varias regiones de la entidad. La gobernadora González Saravia, con su empuje inquebrantable, se esfuerza en combatirla, y ferias como esta son trincheras simbólicas en esa batalla. Ahora, el reto es mayor: trabajar simultáneamente en la reconstrucción de la imagen de un Morelos vibrante, seguro y acogedor, donde la cecina no solo se coma, sino que se viva como emblema de renacimiento. Que esta feria sea el inicio de un movimiento que nos devuelva, bocado a bocado, el alma de lo que somos.
