LA COORDINACIÓN REGIONAL: LA ÚNICA VÍA REALISTA CONTRA LA DELINCUENCIA EN MORELOS
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 21 de noviembre de 2025
En el corazón de Morelos, particularmente en la zona metropolitana de Cuernavaca y los municipios colindantes como Temixco, Jiutepec, Tepoztlán y Huitzilac, la realidad de la seguridad pública es cruda: las policías municipales y la Policía Estatal siguen siendo los primeros —y muchas veces los únicos— respondientes ante delitos de alto impacto. Ni la Guardia Nacional ni el Ejército Mexicano han logrado convertirse en el factor decisivo que muchos esperaban. Sus patrullajes, aunque visibles, no han generado los frutos prometidos en las zonas más crimógenas.
La experiencia cotidiana demuestra que el respaldo de tercer o cuarto escalón que ofrecen las fuerzas federales no sustituye la presencia inmediata y permanente de las corporaciones locales. Los tiempos de respuesta, la cercanía con la población y el conocimiento del territorio siguen siendo ventaja exclusiva de las policías municipales y estatal, aun con todas sus limitaciones presupuestales y de personal.
Por ello, la reciente sesión de la Mesa de Seguridad para la Construcción de la Paz de la Región Tepoztlán-Huitzilac-Cuernavaca cobra especial relevancia. Ahí, el presidente municipal de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, insistió en la necesidad de visibilizar con claridad la situación actual y, sobre todo, fortalecer la coordinación real entre municipios y con el Gobierno del Estado.
Urióstegui tiene razón cuando plantea que ningún municipio por sí solo puede enfrentar a los grupos criminales que operan con movilidad interestatal e intermunicipal. La delincuencia no respeta límites geográficos ni colores partidistas; por tanto, la respuesta tampoco debería hacerlo. Las estrategias conjuntas y el intercambio oportuno de información son la única manera de anticiparse y no solo reaccionar.
Un paso concreto que se revisó en esa mesa fue la convocatoria para fortalecer las policías municipales mediante la apertura de nuevas plazas. Incrementar el estado de fuerza no es un capricho administrativo: es una necesidad urgente para cubrir turnos completos, realizar patrullajes efectivos y garantizar la proximidad policial que la ciudadanía reclama todos los días.
Reforzar las corporaciones locales también implica avanzar en su profesionalización y equipamiento. Solo policías mejor pagados, mejor capacitados y con mayor respaldo institucional podrán hacer frente a delincuentes cada vez más audaces. La confianza ciudadana se recupera cuando el primer respondiente llega rápido, actúa con legalidad y resuelve, no cuando aparece media hora después una unidad federal que no conoce la colonia.
La Guardia Nacional, con todo y su discurso de inteligencia y proximidad, sigue siendo una quimera en muchos territorios. Su despliegue masivo no se ha traducido en detenciones de objetivos relevantes ni en desmantelamiento de células delictivas locales. Su función, en la práctica, se ha limitado a tareas de disuasión simbólica o apoyo logístico, pero la carga operativa sigue recayendo en las policías municipales.
En conclusión, la coordinación regional entre ayuntamientos, apuntalada por el Gobierno del Estado y con recursos federales bien canalizados, es el camino viable y realista. Mientras las corporaciones locales no cuenten con el personal, el entrenamiento y el respaldo político necesario, ningún refuerzo externo resolverá lo que solo se arregla desde abajo y en conjunto.
La paz en Morelos no vendrá de Acapulco ni de la Ciudad de México; tendrá que construirse, día con día, desde Cuernavaca, Temixco, Jiutepec, Tepoztlán, Huitzilac y cada municipio que decida trabajar unido.
