LA FALTA DE OPORTUNIDADES: EL CALDO DE CULTIVO PARA LA VIOLENCIA EN ZONAS VULNERABLES
LA CRÓNICA DE MORELOS. Lunes 23 de junio de 2025.
EDITORIAL
En ciudades fronterizas entre México y Estados Unidos, así como en municipios de la zona metropolitana de Cuernavaca, la violencia y la criminalidad han encontrado un terreno fértil para prosperar. Investigaciones, como algunas realizadas por El Colegio de la Frontera Norte, señalan que la ausencia de oportunidades para los jóvenes es un factor clave en el reclutamiento por parte del crimen organizado.
En estas regiones, la falta de empleo, espacios recreativos, parques, actividades deportivas y, de manera alarmante, escuelas preparatorias, crea un vacío que los grupos criminales aprovechan para captar a una población juvenil vulnerable. Este fenómeno, lejos de ser exclusivo de las zonas fronterizas, se replica en Morelos, donde los puntos criminógenos persisten y la marginación sigue siendo una constante.
JÓVENES COMO CARNE DE CAÑÓN DEL CRIMEN ORGANIZADO
Los jóvenes en estas comunidades enfrentan un entorno donde las opciones de desarrollo personal y profesional son escasas. Sin acceso a educación media superior ni a actividades que fomenten su integración social, muchos son atraídos por el crimen organizado, que les ofrece un sentido de pertenencia, ingresos rápidos y, en algunos casos, un estatus que no encuentran en otros ámbitos. Desde roles como “halcones” —vigilantes al servicio de los cárteles— hasta actividades más violentas como el sicariato, los jóvenes se convierten en piezas desechables en la maquinaria delictiva. Este reclutamiento no solo perpetúa el ciclo de violencia, sino que trunca el futuro de generaciones enteras, atrapadas en una dinámica donde la supervivencia parece depender de decisiones extremas.
LA CARENCIA DE INFRAESTRUCTURA EDUCATIVA Y SOCIAL
La investigación de El Colegio de la Frontera Norte subraya que la falta de preparatorias es un factor crítico en las zonas afectadas. En los municipios de Morelos, esta carencia es especialmente evidente. La educación media superior no solo representa una vía para el desarrollo académico, sino también una herramienta para alejar a los jóvenes de la delincuencia al proporcionarles metas y estructura. La ausencia de parques, centros deportivos y programas culturales agrava la situación, dejando a los jóvenes sin espacios seguros para socializar o canalizar sus energías. Esta desatención estructural no es un problema reciente, sino una deuda histórica que las autoridades locales y federales no han logrado saldar, a pesar de las advertencias de expertos y académicos.
EL IMPACTO EN LAS COMUNIDADES Y EL DESAFÍO DE ROMPER EL CICLO
Las consecuencias de esta problemática trascienden a los individuos y afectan a comunidades enteras. La violencia generada por el crimen organizado, alimentada por la participación de jóvenes, crea un clima de inseguridad que desalienta la inversión, el turismo y el desarrollo económico. Las familias viven con el temor constante de perder a sus hijos, ya sea por la violencia o por su incorporación a las redes delictivas. Romper este ciclo requiere un enfoque integral que combine la creación de infraestructura educativa y recreativa con políticas públicas que generen empleo y fortalezcan el tejido social. Sin embargo, las iniciativas actuales en Morelos, como en las zonas fronterizas, son insuficientes, y los avances, cuando los hay, son lentos y desarticulados.
HACIA UN FUTURO CON ESPERANZA: LA URGENCIA DE ACTUAR
Abordar esta crisis no es solo una cuestión de seguridad, sino de justicia social. La construcción de preparatorias, la implementación de programas deportivos y culturales, y la generación de empleos dignos son pasos esenciales para ofrecer a los jóvenes alternativas reales frente a la seducción del crimen organizado. Las experiencias en otras regiones muestran que las inversiones en educación y desarrollo comunitario pueden reducir significativamente los índices de violencia.
En Morelos y las ciudades fronterizas, el desafío es claro: transformar los puntos criminógenos en espacios de oportunidad. Solo con un compromiso sostenido de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado será posible devolver a los jóvenes la posibilidad de un futuro libre de violencia y lleno de esperanza.