La grave problemática del consumo de “cristal” en Cuernavaca y su relación con la violencia de género
La droga conocida como “cristal” es la metanfetamina en forma cristalina, una sustancia estimulante altamente adictiva que afecta el sistema nervioso central. Está hecha principalmente de pseudoefedrina o efedrina, compuestos que se encuentran en algunos medicamentos para el resfriado, combinados con productos químicos como ácido de batería, fertilizantes, disolventes industriales o limpiadores domésticos. Su producción es peligrosa y a menudo se realiza en laboratorios clandestinos, lo que aumenta su toxicidad debido a la falta de control en los procesos.
El consumo de cristal tiene efectos devastadores tanto físicos como psicológicos. A corto plazo, produce euforia, aumento de energía y disminución del apetito, pero también genera ansiedad, paranoia, agresividad y alucinaciones. A largo plazo, causa daños cerebrales, deterioro dental severo (“boca de metanfetamina”), pérdida de peso extrema, problemas cardiovasculares y un alto riesgo de adicción. Socialmente, el cristal está asociado con un incremento en comportamientos violentos, incluyendo agresiones domésticas, debido a su capacidad para exacerbar la impulsividad y la irritabilidad.
La situación en Cuernavaca: violencia de género y consumo de sustancias
En Cuernavaca, la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano (Seprac), encabezada por Guillermo García Delgado, reporta una preocupante cifra de entre cuatro y seis llamadas diarias de mujeres que solicitan auxilio por casos de acoso o agresiones, un número que se incrementa los fines de semana. Estas agresiones, según García Delgado, están frecuentemente relacionadas con el consumo de sustancias, incluyendo alcohol y, en muchos casos, drogas como el cristal. Este patrón de violencia doméstica se agrava en contextos donde las parejas o agresores consumen estas sustancias, lo que intensifica comportamientos violentos y pone en riesgo la seguridad de las víctimas.
El aumento de casos los fines de semana refleja cómo el consumo de cristal y alcohol puede actuar como un catalizador de la violencia de género, afectando a mujeres en diferentes puntos de la ciudad. La combinación de los efectos psicológicos del cristal, como la paranoia y la agresividad, con el desinhibidor efecto del alcohol, crea un entorno propicio para actos de violencia, dejando a las víctimas en una situación de extrema vulnerabilidad.
La relación entre el consumo de cristal y la violencia de género en Cuernavaca pone de manifiesto la necesidad de abordar esta problemática de manera integral. Es crucial implementar estrategias de prevención, como campañas de concientización sobre los peligros del cristal, programas de rehabilitación accesibles y medidas de protección más efectivas para las mujeres que enfrentan acoso y violencia. La Seprac y las autoridades locales deben reforzar los mecanismos de respuesta inmediata y trabajar en colaboración con organizaciones especializadas para mitigar esta crisis que afecta la seguridad y el bienestar de la comunidad.