LA HERENCIA TÓXICA DEL SINDICALISMO MEXICANO: DE LA CTM A LA CATEM, UN ECO DE EXTORSIONES
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 12 de diciembre de 2025
Desde los albores de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), fundada el 24 de febrero de 1936 bajo el amparo de Lázaro Cárdenas y como columna vertebral del naciente Partido Revolucionario Institucional, el sindicalismo oficialista ha sido un festín para sus líderes. Aquella central obrera, que unificó gremios dispersos con respaldo estatal, pronto se convirtió en un mecanismo de control social: cuotas sindicales que enriquecían a burócratas mientras los trabajadores quedaban reducidos a peones en un esquema de protección mafiosa. Décadas de colusión con el poder, donde los contratos colectivos eran trofeos de lealtad política, no de conquistas laborales. La CTM no solo sobrevivió a los vaivenes del priismo; lo encarnó.
Esa sombra histórica no se disipó con la alternancia ni con las reformas laborales de 2019. Al contrario: emergió la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), un proyecto que, bajo los auspicios de Andrés Manuel López Obrador, prometía democracia y autonomía, pero que en menos de una década acumuló miles de contratos colectivos, replicando el modelo voraz de su predecesora. Fundada hace 15 años por Pedro Haces Barba, la CATEM se vendió como un sindicalismo “moderno y global”. Sin embargo, su ascenso meteórico —de marginal a dueña de un imperio contractual— huele a la misma alquimia: alianzas políticas que convierten gremios en fortalezas de influencia.
Pedro Haces, diputado federal por Morena y secretario general de la CATEM, encarna esta paradoja. Exsenador y operador sindical con raíces en la pesca y la vigilancia privada, escaló gracias a su cercanía con el obradorismo y con Ricardo Monreal. Bajo su mando, la CATEM absorbió sindicatos atados a la vieja CTM y prometió equidad. Pero el control rapidísimo de miles de contratos en industrias clave evoca las décadas en que la CTM extorsionaba a empresarios: paga o pierde tu fuerza laboral.
La captura de Édgar Rodríguez Ortiz, alias “El Limones”, el 10 de diciembre de 2025 en Durango, no es un episodio aislado; es el detonador de una crisis. Jefe de plaza del cártel de Los Cabrera —facción del Cártel de Sinaloa—, “El Limones” era el terror de la región Lagunera: extorsionaba a agricultores, comerciantes y ganaderos bajo el pretexto de “cuotas sindicales”. Empresarios llevaban meses denunciando estas prácticas, que disfrazaban el crimen organizado como “protección gremial”.
Lo explosivo es el vínculo directo con la CATEM. En marzo de 2023, “El Limones” fue nombrado secretario de organización de la sección Durango, con foto oficial junto a Haces y camisa bordada de la confederación. Organigramas del cártel lo ubican como infiltrado, usando la estructura sindical para cobrar “derechos” que terminaban en arcas criminales. Las oficinas de la CATEM en Gómez Palacio fueron aseguradas tras la detención.
Haces reaccionó con un video de 36 segundos: “Niego rotundamente que ‘El Limones’ pertenezca a esta organización. No es CATEM, no se equivoquen”. Un comunicado oficial repite el desmentido, tachando las evidencias de “desinformación”. Pero las fotografías, el nombramiento firmado y las quejas empresariales contradicen frontalmente su narrativa.
Ricardo Monreal salió al quite: “Le creo a Pedro porque es un hombre honesto, que viene de abajo”, minimizando las fotos como anécdotas de “cientos de selfies diarias”. El zacateco aclaró que Haces ni siquiera es militante de Morena —solo un “aliado sindical”—, pero su blindaje huele a cálculo político en un momento delicado para la 4T.
Esta crisis no es solo personal para Haces; es un espejo para la CATEM y el sindicalismo morenista. Surgida como antídoto a la CTM charra, ha replicado sus vicios: control de contratos vía influencia política, cuotas que benefician a élites sindicales y ahora nexos con el crimen que disfrazan extorsión como “derechos laborales”.
La reforma laboral de AMLO, con su énfasis en democracia sindical, se burla cuando confederaciones como esta acumulan poder sin rendir cuentas. Empresarios laguneros, aliviados por la captura, exigen auditorías; los trabajadores, atrapados en el medio, merecen más que promesas.
En última instancia, el caso “El Limones” desmonta el espejismo de un sindicalismo renovado. La CATEM, como la CTM antes, parece sustentarse en la misma ecuación tóxica: poder estatal + cuotas obligatorias = enriquecimiento selectivo. Haces debe ir más allá de videos reactivos; una investigación interna y transparencia total son el mínimo. De lo contrario, confirmará que el cambio prometido fue solo un cambio de marca del viejo control. México no puede permitirse más capos disfrazados de líderes sindicales. Es hora de cortar las raíces criminales, no de podar las ramas.

