LA HIPOCRESÍA DE LA HONROSA MEDIANÍA
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 28 de julio de 2025
La célebre frase de Benito Juárez, citada nuevamente este fin de semana por la presidenta Claudia Sheinbaum, resuena como un eco de principios éticos que deberían guiar a todo servidor público: la austeridad, el trabajo constante y la responsabilidad en el manejo de los recursos públicos. Sin embargo, estas palabras, que evocan una vida modesta y dedicada al servicio, se han convertido en un mero adorno retórico para muchos funcionarios de la autoproclamada Cuarta Transformación (4T).
Mientras se llenan la boca con el legado de Juárez, una creciente oligarquía morenista vive en la opulencia, traicionando los ideales de humildad y servicio que dicen defender. Esta contradicción no solo es una afrenta a la memoria del Benemérito, sino un insulto a la ciudadanía que confió en un proyecto de transformación basado en la honestidad.
La palabra “oligarquía” no se usa a la ligera. Una oligarquía implica un grupo reducido que concentra poder y riqueza, gobernando en beneficio propio mientras se distancia del pueblo al que dice representar. En el México de la 4T, esta oligarquía morenista se manifiesta en funcionarios y políticos que, lejos de la “honrosa medianía”, acumulan fortunas inexplicables, residen en mansiones, viajan en jets privados y exhiben un estilo de vida que contrasta grotescamente con la realidad de millones de mexicanos. La austeridad republicana, tan cacareada en discursos, se desvanece frente a los lujos de una élite que parece haber olvidado que el poder público no es un medio para el enriquecimiento personal, sino una responsabilidad para servir.
Esta contradicción no solo evidencia una profunda hipocresía, sino que socava la legitimidad del proyecto de la 4T. ¿Cómo puede hablarse de transformación cuando los mismos que citan a Juárez actúan como los potentados del viejo régimen que tanto criticaron? La opulencia de estos funcionarios no es solo un problema ético, sino político: perpetúa la desconfianza en las instituciones y refuerza la percepción de que el poder, sin importar el partido, siempre corrompe.
Mientras los mexicanos enfrentan inflación, inseguridad y precariedad, la nueva oligarquía morenista parece más interesada en consolidar su riqueza que en cumplir las promesas de justicia social que los llevaron al poder. Es particularmente indignante que esta élite se escude en el discurso de la austeridad mientras vive como realeza. La “honrosa medianía” de Juárez no era una frase vacía, sino un llamado a la integridad en un país históricamente saqueado por sus gobernantes.
Hoy, sin embargo, vemos a funcionarios que, lejos de resignarse a una vida modesta, buscan justificar sus excesos con argumentos falaces o culpar a los medios de exagerar sus fortunas. Esta desconexión entre el discurso y la práctica no solo traiciona a Juárez, sino que perpetúa una cultura de impunidad que la 4T prometió erradicar.
La ciudadanía merece algo más que palabras bonitas; merece hechos que demuestren un compromiso real con los valores que se invocan.
La evocación constante de Juárez por parte de una élite que vive en la opulencia no es solo una contradicción, sino una burla a los principios de la 4T y a la inteligencia de los mexicanos. Si la presidenta Sheinbaum desea que las palabras de Juárez recobren vida, debe comenzar por exigir rendición de cuentas a quienes, bajo la bandera de Morena, han construido una oligarquía que nada tiene que ver con la austeridad republicana. La transformación no puede ser solo un eslogan; debe reflejarse en el comportamiento de quienes ostentan el poder. De lo contrario, la “honrosa medianía” seguirá siendo letra muerta, y el legado de Juárez, un simple adorno para encubrir la ambición de una nueva casta privilegiada.
Esto dijo Juárez: “Los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad… no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.