LA IMPUNIDAD DE GARDUÑO: LEALTAD SOBRE JUSTICIA
OPINIÓN
Por Guillermo Cinta Flores
Viernes 2 de mayo de 2025
Francisco Garduño Yáñez, ex comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), se despidió de su cargo el pasado 30 de abril de 2025 con un cínico “misión cumplida”, como si la tragedia de Ciudad Juárez, donde 40 migrantes murieron calcinados el 27 de marzo de 2023, fuera un mero tropiezo en su hoja de servicios. Cuarenta vidas perdidas, 27 heridos graves, y un país entero exigiendo justicia; sin embargo, Garduño salió no solo indemne, sino con la frente en alto, protegido por una lealtad tejida en las entrañas del poder político mexicano. Su relación con Andrés Manuel López Obrador, forjada en las oficinas del Gobierno de la Ciudad de México y cimentada en complicidades de antaño, es la clave de una impunidad que indigna.
Garduño no era un desconocido para AMLO. Cuando López Obrador gobernó la capital (2000-2005), Garduño ocupó cargos clave en la Secretaría de Transporte y Vialidad y como subsecretario de Gobierno, áreas donde el flujo de recursos y las oportunidades de control son inmensas. Estas posiciones no solo generan dinero, sino redes de influencia y favores que perduran.
Como miembro fundador de Morena y aliado de décadas, Garduño no era un burócrata más; era un soldado leal, alguien que conoce los secretos del tablero político y cuya gratitud mutua con AMLO se tradujo en un blindaje inquebrantable. ¿Cómo explicar, si no, que tras el incendio en la estación migratoria de Ciudad Juárez, donde la negligencia institucional fue evidente, Garduño permaneciera en su puesto dos años más, gastando millones del erario en viajes para firmar como indiciado, mientras las víctimas y sus familias seguían sin justicia?
El incendio de Ciudad Juárez no fue un accidente aislado. La Fiscalía General de la República (FGR) acusó a Garduño de ejercicio ilícito del servicio público por no garantizar la seguridad en una estación que operaba como cárcel, sin sistemas contra incendios, con hacinamiento y sin ventilación adecuada. Sobrevivientes relataron el horror de ser abandonados tras las rejas mientras el fuego los consumía, gritando por una ayuda que nunca llegó. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) señaló “violaciones graves” a los derechos humanos, y hasta un informe del Senado, liderado por Morena, recomendó apartar a Garduño del cargo por conflicto de interés. Pero AMLO, fiel a su estilo, pidió “esperar” las investigaciones, defendiendo a su amigo como “una gente recta y trabajadora”.
La justicia, en este caso, fue un espejismo. Garduño fue vinculado a proceso en abril de 2023, pero nunca pisó la cárcel. Se le permitió seguir al frente del INM, viajar a Ciudad Juárez cada 15 días con cargo al presupuesto público –39 millones de pesos en vuelos, según reportes– y, en enero de 2025, un juez le otorgó la suspensión condicional del proceso, aceptando como “reparación del daño” los 230 millones de pesos que el INM, no Garduño, pagó a las víctimas. Organizaciones de derechos humanos denunciaron que esta maniobra no era justicia, sino una farsa financiada con impuestos, mientras Garduño evadía cualquier costo personal. Su disculpa pública, programada para el 2 de mayo de 2025, sigue en el limbo, con familias exigiendo que él cubra los gastos de traslado para dignificar el acto, algo que aún no ha garantizado.
El “misión cumplida” de Garduño es un insulto. En su mensaje de despedida, omitió la tragedia y se jactó de haber “dignificado” a los migrantes, mientras su gestión se caracterizó por militarizar el INM y disparar las detenciones –921 mil “eventos” de migrantes detenidos solo entre enero y agosto de 2024. Su salida, pactada para coincidir con el fin del sexenio de AMLO y el relevo de Claudia Sheinbaum, no fue un castigo, sino una transición cómoda, avalada por una presidenta que, al menos en este caso, optó por la continuidad de las lealtades sobre la rendición de cuentas.
La impunidad de Garduño, el optometrista, no es solo un fracaso judicial; es un retrato de cómo las complicidades políticas pesan más que la justicia en México. Mientras las familias de las víctimas claman por verdad y reparación, Garduño se va “con el alma llena de orgullo”, protegido por un sistema que premia la lealtad sobre la responsabilidad. Cuarenta almas merecían más que un cómplice envalentonado por su cercanía con el poder. México, también.