LA JUSTICIA EN MANOS DEL PUEBLO… O DEL CAOS
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 31 de marzo de 2025
La reforma judicial continuada por la presidenta Claudia Sheinbaum, esa joya populista que promete jueces electos por voto popular el día primero de junio de 2025, sigue dando de qué hablar. En teoría, es un golpe a la corrupción judicial, un “que el pueblo decida” que suena bonito en los discursos de la 4T. Pero en la práctica, huele a desastre: ¿quién va a votar por un juez? ¿El vecino que no distingue una sentencia de un recibo de luz? En Morelos, imaginar a los ciudadanos eligiendo magistrados es como darle un lanzallamas a un niño: divertido hasta que todo arde.
Hablando de Morelos, el estado ya es un laboratorio de cómo no hacer las cosas. Este domingo 30 de marzo arrancaron las campañas de los ínclitos candidatos al cada vez más menguado Poder Judicial, un espectáculo que promete más show que sustancia. Entre los escándalos de Cuauhtémoc Blanco —ese exfutbolista que confundió el balón con el presupuesto— y una fiscalía en proceso de reacomodos internos, la idea de jueces electos en un lugar donde el clientelismo manda suena a receta para el caos. ¿Se imaginan las campañas? “Vote por mí, soy el juez que no encarcela a sus compadres”.
A nivel nacional, el asunto se pone más picante. Donald Trump, desde su trono en Washington, ya afila los colmillos con aranceles y amenazas al T-MEC. La reforma judicial, con su promesa de inestabilidad legal y este circo de campañas recién estrenado, es el pretexto perfecto para que el vecino del norte apriete las tuercas. Inversionistas extranjeros fruncen el ceño: si los jueces mexicanos van a ser elegidos por aplausos y no por méritos, ¿quién garantiza que sus contratos no acaben en la basura? México, y Morelos por extensión, podrían pagar caro este experimento de democracia mal entendida.
Al final, esta reforma parece más un capricho ideológico que una solución. En Morelos, donde la justicia ya cojea (nomás vean el desastre en el Tribunal Superior de Justicia), y en el país entero, corremos el riesgo de cambiar un sistema imperfecto por uno ingobernable. Sheinbaum y su séquito venden la idea como un triunfo del pueblo, pero olvidan que el pueblo no siempre sabe lo que quiere… ni lo que le conviene. Con las campañas judiciales en marcha, los tribunales están a un paso de convertirse en un reality show y las sentencias en favores políticos. No digan que no se los advertimos.