LA JUSTICIA QUE ELIGE VÍCTIMAS
AGENDA DIARIA
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 22 de mayo de 2025
En la Ciudad de México, el doble asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos a la jefa de Gobierno Clara Brugada, ha desatado una movilización sin precedentes. La Fiscalía General de Justicia, apoyada por instancias federales, trabaja a marchas forzadas para esclarecer el caso. Los titulares no cesan, las redes sociales hierven y las autoridades prometen resultados. Pero mientras este crimen acapara reflectores, otros homicidios en la capital pasan al olvido. En mayo de 2025, al menos 37 personas han perdido la vida en hechos violentos en la CDMX, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
¿Dónde están las investigaciones para esas víctimas? La justicia, al parecer, tiene preferencias.
No es un secreto que los casos de alto perfil reciben tratamiento VIP. La cercanía de Guzmán y Muñoz con el poder político ha garantizado una respuesta inmediata, con recursos y atención que contrastan con el abandono de otros expedientes. En 2024, la CDMX registró 327 homicidios entre enero y abril, muchos en colonias marginadas donde las familias claman por justicia sin eco. La impunidad, que ronda el 84 por ciento según Human Rights Watch, es la regla para la mayoría. ¿Por qué un homicidio en Polanco o en los círculos del poder moviliza más que uno en Iztapalapa? La respuesta es incómoda: en México, la relevancia de la víctima parece dictar el rigor de la investigación.
El crimen organizado, señalado como posible responsable del caso Guzmán-Muñoz en posts de Twitter, no discrimina estatus ni territorios. La CDMX, que muchos consideran un oasis frente a la violencia nacional, no está exenta. Grupos criminales operan en sus entrañas, desde extorsiones en mercados hasta ajustes de cuentas en las calles. Sin embargo, solo cuando las víctimas son “notables” se habla de una “crisis de seguridad”. Los asesinatos “cotidianos” –los de comerciantes, estudiantes o trabajadores– apenas merecen una nota roja. Esta disparidad no solo refleja la ineficacia del sistema de justicia, sino también una profunda desigualdad social.
La presión mediática juega un papel clave. Los grandes medios amplifican los casos que involucran a figuras públicas, generando una narrativa que obliga a las autoridades a actuar. En cambio, los crímenes en barrios populares rara vez trascienden. En redes sociales, usuarios han cuestionado esta doble moral: “¿Y los muertos de Tláhuac? ¿Esos no cuentan?”, escribió un internauta. La indignación es válida. Cada vida perdida merece la misma urgencia, pero el sistema parece diseñado para priorizar a quienes tienen voz en los titulares o conexiones en el poder.
No se trata de minimizar el caso Guzmán-Muñoz, sino de exigir un trato equitativo. La Fiscalía de la CDMX, con recursos limitados, enfrenta un promedio de 2.6 homicidios diarios en 2025. Pero asignar prioridades según el estatus de las víctimas perpetúa la desconfianza en las instituciones. Si la justicia es selectiva, deja de ser justicia.
Es hora de preguntarnos: ¿cuántos expedientes olvidados hay en los cajones de la Fiscalía? ¿Cuántas familias esperan respuestas que nunca llegarán porque sus muertos no fueron “importantes”?
La Ciudad de México no puede seguir siendo un lugar donde la justicia elige a sus víctimas. Resolver un caso de alto perfil no absuelve al sistema de su deuda con los demás. Cada homicidio merece investigación, transparencia y resultados, sin importar si la víctima vivía en Las Lomas o en La Merced. La próxima vez que las autoridades prometan “esclarecer” un crimen, que lo hagan para todos, no solo para quienes ocupan los titulares. Porque mientras la justicia tenga favoritos, la impunidad seguirá siendo la verdadera reina de esta ciudad.