LA MEMORIA DE LAS PALABRAS Y EL ECO DE LAS REMESAS
LA CRÓNICA DE MORELOS. Martes 10 de junio de 2025.
EDITORIAL
El 24 de mayo de la presente anualidad, durante un mítin en San Luis Potosí, la presidenta Claudia Sheinbaum alzó la voz frente a su feligresía, con un mensaje claro: México no se quedaría de brazos cruzados ante la propuesta de Estados Unidos de imponer un arancel del 3.5% a las remesas.
Con un tono firme, anunció que, de ser necesario, impulsaría movilizaciones de la comunidad mexicana en EE.UU. para presionar al Senado estadounidense y frenar esta medida. Sus palabras resonaron como un llamado a la resistencia, un recordatorio de la fuerza de los migrantes que, con su trabajo, sostienen economías a ambos lados de la frontera. Aquel discurso, cargado de simbolismo, pintó a Sheinbaum como una defensora de los “héroes” mexicanos, pero también dejó entrever el riesgo de escalar tensiones diplomáticas.
Hoy, 10 de junio de 2025, la secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem, ha traído de vuelta esas declaraciones, acusando a Sheinbaum de alentar protestas violentas en Los Ángeles. Según Noem, las palabras de la presidenta mexicana fueron un detonante para la movilización de la comunidad migrante, que ha levantado la voz contra el gravamen. Sin embargo, Sheinbaum ha respondido con cautela, negando haber incitado a la violencia y matizando su postura inicial. Este desmentido parece un intento de apaciguar las aguas, pero también sugiere una amnesia selectiva sobre el tono combativo de su discurso original. La presidenta, hábil en la retórica, sabe que las palabras tienen peso, y las suyas, pronunciadas ante su base, no pasan desapercibidas en el escenario internacional.
El debate sobre las remesas no es solo económico, es profundamente humano. Los 63 mil millones de dólares que los migrantes envían anualmente a México son más que dinero: son el sustento de millones de familias, un lazo de solidaridad que cruza fronteras. La propuesta de EE.UU. de gravar estas transferencias no solo amenaza con encarecer ese vínculo, sino que ignora el aporte de los migrantes a la economía estadounidense. Sheinbaum lo sabe, y su llamado a la movilización, aunque ahora matizado, fue un intento de proteger ese flujo vital. Pero el eco de sus palabras ha generado un roce diplomático que pone a prueba su capacidad de navegar entre la defensa de los suyos y la prudencia ante un vecino poderoso.
La lección aquí es que las palabras de un líder no se desvanecen; reverberan, se malinterpretan, se magnifican. Sheinbaum, en su afán de mostrarse como una presidenta combativa, quizá subestimó cómo su retórica sería recibida en Washington. Ahora, con Noem señalándola directamente, la presidenta mexicana enfrenta el desafío de mantener su postura sin avivar un conflicto mayor. Mientras tanto, los migrantes, atrapados en el fuego cruzado de la política, seguirán siendo los verdaderos protagonistas de esta historia, con o sin aranceles, con o sin movilizaciones. México debe recordar que su fuerza no está solo en las palabras de sus líderes, sino en la resiliencia de su gente.