LA OBESIDAD: UNA CRISIS DE SALUD PÚBLICA EN MÉXICO QUE EXIGE ACCIÓN INMEDIATA
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Martes 9 de septiembre de 2025
La obesidad se ha consolidado como el principal desafío de salud pública en México, una epidemia silenciosa que amenaza la vida y el bienestar de millones de personas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), liderada por Tedros Adhanom, el 32% de los hombres y el 41% de las mujeres adultas en el país padecen obesidad. Más alarmante aún es la situación en la infancia: UNICEF, representado en México por Fernando Carrera, señala que uno de cada tres niños vive con esta condición. Estas cifras no son solo estadísticas; son un grito de alerta sobre un problema que, de no abordarse con urgencia, seguirá robando años de vida saludable y productiva a la población.
La obesidad no es un problema meramente estético, sino un factor de riesgo crítico para enfermedades mortales como diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. En México, donde la diabetes es una de las principales causas de muerte, la relación entre obesidad y estas patologías es innegable. Además, la carga económica es inmensa: el sistema de salud pública gasta miles de millones de pesos anuales en tratar complicaciones derivadas de la obesidad, recursos que podrían destinarse a prevención y educación.Las causas de esta crisis son multifactoriales.
La dieta mexicana, rica en carbohidratos refinados y grasas saturadas, se combina con un acceso cada vez mayor a alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas. A esto se suma el sedentarismo, agravado por estilos de vida modernos y la falta de espacios seguros para la actividad física. En el caso de los niños, la exposición a publicidad de comida chatarra y la falta de educación nutricional en escuelas y hogares perpetúan el ciclo.
Resolver esta epidemia requiere un esfuerzo colectivo. El gobierno debe fortalecer políticas públicas, como el etiquetado frontal de alimentos, campañas de educación masiva y regulaciones más estrictas contra la publicidad de productos no saludables dirigida a menores. Las escuelas deben ser espacios donde se promueva la actividad física y una alimentación balanceada. Las familias, por su parte, tienen la responsabilidad de fomentar hábitos saludables desde la infancia. La industria alimentaria también debe asumir su papel, reformulando productos para reducir azúcares y grasas.
La obesidad no es un problema individual, sino un desafío nacional que afecta la salud, la economía y el futuro de México. Es hora de actuar con decisión: cada kilogramo de más es un paso hacia una vida más corta y menos plena. Como sociedad, tenemos el poder de cambiar esta realidad, pero el tiempo apremia. Hagamos de la salud una prioridad y construyamos un México más fuerte y vital para las generaciones venideras.