LA PARÁLISIS DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE MORELOS: UN DESACATO A LA CIUDADANÍA
LA CRÓNICA DE MORELOS. Jueves 22 de mayo de 2025
EDITORIAL
La elección de la presidenta o presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Morelos se convirtió en un espectáculo de polarización que exhibe lo peor de la política interna en un poder que debería ser ejemplo de imparcialidad y profesionalismo. La incapacidad de los magistrados para alcanzar el anhelado consenso refleja una lucha de egos y lealtades facciosas que antepone intereses personales a la responsabilidad de garantizar la continuidad de la justicia en el estado.
La sesión para elegir al nuevo presidente o presidenta, pospuesta por falta de quórum y marcada por recesos interminables, evidencia una falta de compromiso con la institución y con los ciudadanos que dependen de su labor. Esta parálisis agrava una crisis que lleva más de dos años y deslegitima aún más a un Poder Judicial ya cuestionado por su ineficacia y división interna.
La reforma judicial aprobada en abril de 2025, que entró en vigor el 19 de mayo, buscaba poner fin al conflicto entre los magistrados, particularmente entre las facciones lideradas por Luis Jorge Gamboa Olea y Juan Gabriel Vargas Téllez, al establecer un mecanismo claro para la designación de un presidente interino hasta el 31 de agosto de 2027. Sin embargo, la resistencia de ciertos magistrados, algunos leales a Gamboa, a participar en las sesiones o a ceder en sus posturas, ha perpetuado el caos. La terna propuesta —integrada por María del Carmen Aquino Celis, Nancy Giovanni Montero Mercado y Javier Mújica Díaz— fue validada por el Congreso, pero la falta de acuerdo para elegir a uno de ellos demuestra una obstinación que raya en la irresponsabilidad. Este entrampamiento retrasa la transición ordenada del TSJ y mina la confianza pública en un sistema judicial que debería ser pilar de estabilidad.
Lo más alarmante es que los magistrados parecen olvidar que su tiempo en el cargo tiene fecha de caducidad: el 1 de septiembre de 2027, cuando la elección popular de jueces y magistrados transformará por completo el Poder Judicial de Morelos. Esta reforma, que introduce la elección directa de juzgadores, busca democratizar y transparentar la justicia, pero también implica que los actuales magistrados, muchos de los cuales han contribuido a esta crisis, no podrán reelegirse. Su actitud beligerante y su incapacidad para priorizar el bien común sobre sus disputas internas son un recordatorio de por qué la ciudadanía ha perdido fe en ellos. En lugar de aferrarse a un poder efímero, deberían enfocarse en dejar un legado de estabilidad y compromiso con la justicia durante el tiempo que les resta.
Es imperativo que los magistrados del TSJ de Morelos dejen de lado sus diferencias y cumplan con su deber. La ciudadanía, los abogados y los justiciables no merecen un Poder Judicial paralizado por ambiciones personales. La elección de un presidente interino no es solo un trámite administrativo, sino un paso crucial para restaurar la funcionalidad del tribunal y preparar una transición ordenada hacia el nuevo modelo judicial. Si los magistrados no logran consensuar, estarán confirmando que su relevancia es nula y que la reforma de 2027 es no solo necesaria, sino urgente. Morelos merece un Poder Judicial que sirva a la justicia, no a las rencillas de quienes lo integran.
Estaremos atentos a los acontecimientos en el TSJ este jueves y después diremos.