LA PERCEPCIÓN DE INSEGURIDAD: UN REFLEJO DEL TEMOR COLECTIVO
ANÁLISIS
Por Guillermo Cinta Flores
Jueves 10 de julio de 2025
La percepción de inseguridad es más que un simple indicador estadístico; es un fenómeno profundamente humano que refleja el temor colectivo ante la posibilidad de ser víctima de la violencia. No se trata únicamente de los delitos registrados, sino de cómo la población interpreta su entorno, influenciada por factores como los medios de comunicación, las conversaciones comunitarias y las experiencias personales o colectivas.
En Morelos, según el Índice de Paz México 2025 del Instituto para la Economía y la Paz (IEP), el 90.1% de los habitantes considera que vivir en el estado es riesgoso, una percepción alimentada por la alta incidencia de homicidios y delitos como la extorsión y el narcomenudeo. Este sentimiento trasciende los números y se arraiga en la psicología de masas, donde el miedo se propaga como un eco, amplificando la sensación de vulnerabilidad en la sociedad.
La percepción de inseguridad está íntimamente ligada a la sensación de indefensión, esa inquietud que surge cuando las personas sienten que no tienen control sobre su seguridad ni confianza en las instituciones encargadas de protegerlas. En Morelos, el triplicado de la tasa de homicidios en 2024 y la persistencia de crímenes de alto impacto, como la violencia de género, han generado un ambiente donde los ciudadanos se sienten desamparados.
Esta indefensión no es solo una respuesta a la violencia directa, sino también a la percepción de que las autoridades son ineficaces o están desbordadas. Cuando las instituciones fallan en transmitir confianza, el miedo se convierte en una fuerza poderosa que moldea la vida cotidiana, desde evitar ciertas zonas hasta vivir en un estado de alerta constante.
Este fenómeno no es exclusivo de Morelos, pero su caso ilustra cómo la percepción de inseguridad puede convertirse en un obstáculo para el bienestar social.
La psicología de masas juega un papel crucial: una noticia sensacionalista, un rumor o un incidente violento pueden transformar la percepción de una comunidad entera, incluso si las estadísticas no reflejan un aumento proporcional del crimen. En este sentido, la inseguridad percibida puede ser tan paralizante como la violencia misma, afectando la economía local, la cohesión social y la calidad de vida.
En Morelos, donde el IEP señala que el estado es el más violento del país, esta percepción se ve reforzada por la realidad de los delitos, creando un círculo vicioso difícil de romper.
Romper este ciclo requiere más que reducir las tasas de criminalidad; exige reconstruir la confianza en las instituciones y abordar las raíces estructurales de la violencia, como la desigualdad y la falta de acceso a la justicia. La percepción de inseguridad y la sensación de indefensión no desaparecerán solo con más policías o leyes más estrictas; necesitan estrategias integrales que incluyan comunicación efectiva, participación comunitaria y políticas públicas que prioricen el bienestar de la población.
En Morelos, el camino hacia un entorno más seguro comienza con escuchar a los ciudadanos y transformar su temor en esperanza, demostrando que la seguridad es un derecho tangible y no solo una aspiración. Solo así se podrá mitigar el peso de la inseguridad que hoy define la vida de tantos.