Las omisiones de Corona Damián: ausencia, silencio y sospecha
LA CRÓNICA DE MORELOS. Miércoles 23 de abril de 2025.
En Cuautla, la paz parece un lujo que el presidente municipal, Jesús Corona Damián, no está dispuesto a perseguir. O al menos, eso sugiere su ausencia en las mesas regionales de Construcción de Paz, un espacio diseñado para coordinar esfuerzos contra la inseguridad que azota Morelos.
Según el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Miguel Ángel Urrutia Lozano, Corona ha brillado por su ausencia desde que un video lo exhibió en una reunión con Júpiter Araujo, alias “El Barbas”, presunto líder del Cártel de Sinaloa en la zona oriente. La imagen es tan comprometedora como reveladora: un edil sentado con un capo, mientras la violencia en Cuautla no da tregua.
Y como si eso no bastara, Corona se niega a que su encargado de seguridad pública, José Francisco Delgadillo Cadena, sea sometido a los exámenes de control de confianza, un requisito elemental para garantizar que quienes ostentan el poder no estén al servicio de intereses oscuros.
La actitud del alcalde no es solo una afrenta a la ciudadanía, sino un desafío abierto a la transparencia y a la ley. ¿Qué mensaje envía un presidente municipal que evade las mesas de seguridad justo después de ser señalado por vínculos con el crimen organizado? La respuesta es tan clara como inquietante: indiferencia, complicidad o, en el mejor de los casos, una torpeza política imperdonable.
Las mesas de paz no son un capricho burocrático; son un esfuerzo para articular estrategias contra la delincuencia que tiene a Cuautla en jaque. Si Corona no asiste, no solo deserta de su responsabilidad, sino que deja en el aire la sospecha de que su lealtad podría estar en otra parte.
Y luego está el tema del encargado de seguridad pública. En un municipio donde la violencia es pan de cada día, la negativa de Corona a someter a su jefe de seguridad a los exámenes de control de confianza es más que una omisión: es una bofetada a los cuautlenses que claman por seguridad. Estos exámenes no son opcionales; son un filtro para garantizar que quienes portan el mando no estén infiltrados por el crimen.
¿Por qué Corona protege a este funcionario? ¿Qué oculta? La falta de transparencia alimenta la desconfianza, y en un contexto donde el edil ya está bajo la lupa por su reunión con “El Barbas”, cada decisión evasiva huele a encubrimiento.
El video que desató esta tormenta no es un rumor ni una fake news; es una evidencia que la Fiscalía General de la República (FGR) ya investiga. En él, Corona y su homólogo de Atlatlahucan, Agustín Toledano Amaro, comparten espacio con un líder criminal, mientras otros “políticos” locales, como el exalcalde Raúl Tadeo Nava, aparecen con el rostro pixelado, como si alguien quisiera proteger selectivamente. La grabación es un recordatorio crudo de cómo el crimen organizado ha permeado las estructuras de poder en Morelos, y la respuesta de Corona —o más bien, su falta de ella— no hace más que avivar las llamas de la indignación.
Cuautla merece un alcalde que dé la cara, que rinda cuentas y que ponga la seguridad de sus habitantes por encima de cualquier interés personal o político. Pero lo que tiene es a Jesús Corona, un edil que prefiere el silencio y la ausencia, dejando una silla vacía en las mesas de paz y un hueco aún mayor en la confianza de sus gobernados. Si el alcalde cree que con mantenerse “firme” en su cargo basta para acallar las críticas, está muy equivocado. La ciudadanía no olvidará ese video, ni su deserción de las mesas de seguridad, ni su negativa a transparentar a su equipo. Y tarde o temprano, la justicia —o las urnas— le pasarán la factura.
Es hora de que Jesús Corona entienda que gobernar no es solo ocupar un puesto, sino responder a la gente. Si no está dispuesto a hacerlo, que deje el camino libre a quien sí lo esté. Cuautla no puede esperar a que su alcalde decida entre el deber y la sospecha.