LO QUE VIENE
OPINIÓN
Por Jorge Messeguer Guillén
Lunes 24 de junio de 2024
El nacimiento formal del PRD el 5 de mayo de 1989, utilizando el registro del Partido Mexicano Socialista (PMS) que a su vez provenía del viejo registro histórico del Partido Comunista de México, abría las puertas a la participación político-electoral de las izquierdas unidas y de un sector democrático del PRI.
Frente al prácticamente bipartidismo PRI-PAN, un amplísimo sector de la sociedad mexicana demandaba nuevos espacios de participación política; maestros, trabajadores, sindicatos independientes, jóvenes universitarios, una sociedad civil cada vez más politizada cansada del régimen emanado de la revolución encarnado en un partido revolucionario pero institucional, ¡vaya contradicción!, y tampoco “comulgaba” con la derecha panista, claramente los conservadores.
El PRD de los primeros años, hasta antes de la modificación estatutaria en donde las corrientes adquirían un estatus decisivo en la toma de decisiones partidistas, era un partido donde se debatía. Me tocó ser parte de la mesa directiva del Consejo Estatal, más tarde presidente del Comité Ejecutivo Estatal en Morelos y presidente del Consejo por más de cuatro años.
Viví los cambios y las transformaciones que el partido fue teniendo; en el año 2000 gané la primera diputación plurinominal por tres votos de diferencia respecto al segundo lugar y por siete votos respecto al tercer lugar, en un Congreso Estatal donde se votó democráticamente. La democracia interna se fue transformando en acuerdos de cúpulas de corrientes y las votaciones se convirtieron en la forma de legitimación de esos acuerdos, sin debate, sin discusión, muy al estilo priísta.
En 2014 con el desprendimiento de la corriente Morena, fue el inicio del proceso de vaciado del partido, un golpe mortal, que se negaron a ver aquellos que se han beneficiado económicamente por décadas de las prerrogativas oficiales del PRD; esa fue su única lucha para permanecer y conservar el registro: los recursos.
El deterioro siguió al extremo que, en la pasada elección, la primera diputación plurinominal fue asignada, o “vendida”, al grupo político, por llamarlo suavemente, que contrató y trajo al estado a Cuauhtémoc Blanco para contender por la alcaldía de Cuernavaca; además de asignarle al jefe del clan la tercera posición en la lista del Senado.
Parece que ya se les olvidó que esa ocurrencia derivó, mediante una alianza con Morena, en el peor gobierno de la historia de Morelos. EL daño que ha causado el futbolista al estado es enorme. Los responsables de haberlo traído al estado son los nuevos dueños del PRD. Será difícil para la nueva gobernadora empezar a remontar el desastre que deja Blanco.
Este comportamiento errático y corrupto del PRD derivó necesariamente en la pérdida del registro nacional, no me sorprende ni me extraña: el PRD vino a desaparecer tan lejos de sus orígenes y tan cerca de las prácticas que combatía al inicio.
En el estado quedará la franquicia en manos de la familia que lo compró, o tal vez decidan volver a poner los principios por delante y mediante una gran reestructuración tratar de reinventarse, lo veo difícil.
La gran votación que se dio el dos de junio por Xóchitl y por Lucy fue copiosa y abundante, a pesar de que las dos cargaron con el descrédito de los partidos, fueron grandes candidatas.
Las candidatas se enfrentaron a una elección muy complicada por el contrincante mismo: el estado, y por el lastre de los propios partidos PRI,PAN y PRD.
Aún así quedó claro que en México no existe un pensamiento único; millones de mexicanas y mexicanos queremos preservar el régimen democrático con los contrapesos indispensables para evitar una regresión al pasado.
Una lección que nos dejó el dos de junio es que quizá ha llegado el momento de construir una nueva opción que nos represente a los que creemos en la democracia, en la libertad y la pluralidad.
Una nueva opción que no tenga la izquierda o derecha como referente sino la democracia como objetivo: una social-democracia moderna en donde quepamos los que venimos de esa izquierda social y democrática, los que vienen de un ala moderada de la derecha y sobre todo de esa ciudadanía que a través de las grandes manifestaciones de la Marea Rosa se expresó en defensa de los valores democráticos que hoy están en riesgo.
Es preciso que nazca una opción que defienda la democracia ante las tentaciones autoritarias que naturalmente se van a dar en el próximo sexenio por la concentración de poder en la presidenta; una oposición que le plante cara a las reformas regresivas y antidemocráticas.
Este será el gran debate de los próximos días, bienvenida la discusión de ideas.