LOS PROBLEMAS DE HOY SON LAS SOLUCIONES DE AYER
CINTARAZOS
Por Guillermo Cinta Flores
Lunes 16 de septiembre de 2024
Las organizaciones inteligentes son posibles porque en el fondo todos somos aprendices. En alguna ocasión la mayoría hemos formado parte de un gran “equipo”, un grupo de personas que juntas funcionan maravillosamente, se profesaban confianza, complementaban mutuamente sus virtudes y compensaban mutuamente sus flaquezas, tenían metas comunes más amplias que las metas individuales, producían resultados extraordinarios. Lo que experimentamos fue una organización inteligente. El equipo no era magnífico desde un principio, sino que aprendió a generar resultados extraordinarios. Quizá la razón de mayor peso para construir organizaciones inteligentes es que sólo ahora comenzamos a comprender las aptitudes que dichas organizaciones deben poseer, el dominio de ciertas disciplinas básicas.
Lo anterior figura en el magnífico libro La Quinta Disciplina. El arte y la práctica de la organización abierta al aprendizaje, de Peter M. Senge (Editorial Granica-Barcelona 1992). Senge nació en 1947 en la ciudad de Stanford – EEUU, graduado en Ingeniería de la Universidad de la misma localidad. Posteriormente completó su PHD en Management. Actualmente es el director del Centro para el Aprendizaje Organizacional de la Sloan School of Management y fundador de la Society for Organizational Learning. En los años noventa fue la figura principal del desarrollo organizacional con su libro La Quinta Disciplina, donde desarrolla la noción de organización como un sistema desde el punto de vista de la Teoría General de Sistemas, en el cual expone un dramático cambio de mentalidad profesional.
El análisis transcrito en el primer párrafo me lleva, además, a la siguiente expresión:
“No es posible resolver los problemas de hoy con las soluciones de ayer.”
La sentencia es de Roger Von Oech, nacido en Columbus (Ohio, EE. UU.), orador, organizador de conferencias, autor y fabricante de juguetes estadounidense cuyo enfoque se ha centrado en el estudio de la creatividad. “Los problemas de hoy derivan de las soluciones de ayer” es también una ley del pensamiento sistémico.
Esta ley significa que a menudo nos desconcierta la causa de nuestros problemas, cuando sólo necesitamos examinar nuestras propias soluciones a otros problemas en el pasado. Las soluciones que simplemente desplazan los problemas a otra parte de un sistema a menudo pasan inadvertidas.
El pensamiento sistémico, coinciden los dos personajes aludidos, se rige por leyes que permiten comprender cómo las acciones inciden en la estructura del sistema de manera global y local. Las soluciones que simplemente desplazan los problemas a otra parte de un sistema a menudo pasan inadvertidas, porque quienes “resolvieron” el primer problema no son los mismos que quienes heredan el nuevo. Esto sucede a menudo durante las transiciones gubernamentales sexenales en México. Las soluciones de predecesores casi siempre son los problemas del mañana.
La cura puede ser peor que la enfermedad. A veces la solución fácil o familiar no sólo es ineficaz, sino adictiva y peligrosa. El fenómeno de las mejoras de corto plazo que conducen a una dependencia de largo plazo es tan común que los pensadores sistémicos le han dado un nombre: “Desplazamiento de la carga”. La carga recae en la “intervención”, que puede consistir en asistencia federal a los municipios, en agencias de entrega de alimentos, o en programas de bienestar. Todos “ayudan” a un “sistema huésped” para dejarlo más débil que antes y con mayor necesidad de ayuda. Las estructuras donde se desplaza la carga muestran que toda solución de largo plazo debe, como dice Meadows, “fortalecer la aptitud del sistema para llevar sus propias cargas”. Cuidado, entonces, con el escenario financiero que enfrentará Claudia Sheinbaum allende la toma de posesión del 1 de octubre venidero. La crisis la resentirán los millones de mexicanos inscritos en Programas del Bienestar.
Hasta aquí la referencia a los dos expertos citados.
En este contexto creo necesario recordar decisiones y sus consecuencias posteriores, ejecutadas por los presidentes de la República y gobernadores de los estados en turno, que en un primer momento quizás resolvieron un problema social, pero al paso de los años los mexicanos pudimos afirmar que “resultó peor el remedio que la enfermedad”.
Un ejemplo fue la nacionalización de la banca durante el sexto y último informe de José López Portillo en 1988, que años más tarde provocó el regreso de las instituciones bancarias a sus propietarios anteriores, con miles de millones de dólares pagados a los banqueros como indemnización. Algo que en 1985 eliminó en Morelos al otrora poderoso “pulpo camionero” fue la apertura en la entrega de nuevas concesiones del transporte público a particulares y empresarios interesados en proporcionar el servicio, lo cual a la postre dio como resultado el nacimiento de otro “pulpo”, pero ahora a través de las rutas cuyos concesionarios, un día sí y otro también, exigen incrementos tarifarios, a pesar de no cumplir la Ley General del Transporte, ni la Revista Mecánica, ni la renovación de unidades. Resultó más caro el caldo que las albóndigas. Otro ejemplo, entre muchos otros, fue la extinción del Seguro Popular, la creación del sistema de compras consolidadas de medicamentos en el sector salud y el surgimiento del Insabi, que sirvió para maldita la cosa. Ahora, el IMSS se perfila hacia su descomposición con la nueva carga en el denominado IMSS-Bienestar. Quienes ya están padeciendo las consecuencias son los derechohabientes. ¿Y del ISSSTE? Mejor ni hablamos. En el hospitalote de Emiliano Zapata, Morelos, solo hay un oftalmólogo para atender a miles de pacientes. Cirugías de cataratas se programan hoy, para dentro de dos o tres años.
En días recientes los panegiristas de la 4T propugnada por AMLO han festinado hasta el fastidio la aprobación a reformas constitucionales en materia del Poder Judicial, que tendrán impacto, no solo a nivel federal, sino en todos los estados, incluido el nuestro. Si este domingo se promulga el decreto respectivo, el Congreso de Morelos tendrá seis meses (180 días naturales) para reformar la Constitución Política Local para empatarla con la federal. Los tribunales integrantes del Poder Judicial morelense, tal como los conocemos hasta ahora, pasarán a la historia, aunque los magistrados tendrán oportunidad de postularse y buscar el voto popular para mantenerse en tan jugosos huesos.
Pero deberán pasar algunos años (no podemos predecir cuántos) para determinar si la solución de López Obrador a los “vicios estructurales” del Poder Judicial sirvieron o, por el contrario, causaron graves conflictos y caos en perjuicio de los ciudadanos. Tal como se observan las cosas, es previsible el surgimiento de graves perjuicios en materia de administración de justicia debido a la gigantesca confusión que se avecina. Al tiempo y lo veremos.