MÉXICO-ESTADOS UNIDOS: ¿LO PEOR ESTÁ POR VENIR?
OPINIÓN
Por Carolina Ruiz Rodríguez *
Martes 12 de agosto de 2025
La relación entre México y Estados Unidos es, sin duda, una de las más complejas de la historia contemporánea. Compartimos más de 3,100 kilómetros de frontera, una interdependencia comercial profunda, de tensiones políticas y, hasta hace poco, de un constante ir y venir de personas, bienes y servicios. Es una relación de cercanía inevitable, pero no siempre de entendimiento mutuo.
Hoy, esa relación se encuentra en un momento tenso pero decisivo. Desde el pasado 20 de enero, el expresidente Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca para un segundo mandato. Su retorno reconfigura el escenario internacional y representa, para México, un desafío inmediato en múltiples frentes: migración, seguridad, comercio y, sobre todo, dignidad nacional.
El precedente de su primer mandato es conocido y se replica: políticas antimigrantes con la separación de familias en la frontera, la construcción del muro, los aranceles como instrumento de presión y un lenguaje abiertamente hostil hacia nuestros connacionales y el propio país. El presidente norteamericano ha dejado claro que su visión de la relación bilateral está fundada en la supremacía unilateral, no en la cooperación entre iguales.
Pero no se trata solo de lo que pase en Washington. La pregunta real que debemos hacernos desde México es: ¿estamos preparados para defender nuestros intereses y nuestra soberanía frente a un gobierno que ya ha demostrado desprecio por ambos?
Durante su primer mandato, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador optó por una estrategia de no confrontación con Donald Trump. En su momento fue criticado por ello, aunque logró evitar escenarios más agresivos. La mañana del 8 de octubre del año 2021, ya con Joe Biden como presidente, en el marco del Diálogo de Alto Nivel en Seguridad, López Obrador retomó una frase histórica al decir: “Bendito México, tan cerca de Dios y no tan lejos de Estados Unidos”, invirtiendo el viejo dicho atribuido erróneamente a Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
Esta icónica frase, según se relata en un artículo titulado “Historia de una frase sensacional”, del periodista, escritor, historiador y político Nemesio García Naranjo, publicado en El Heraldo de Chihuahua en 1962, refiere que el sacerdote jesuita Carlos M Heredia le contó en una estancia en los Estados Unidos, que su hermano de nombre Vicente, le había dicho que escuchó esa frase del general Porfirio Díaz.
Sin embargo, García Naranjo había sido diputado y colaborador cercano del régimen de Porfirio Díaz y refiere en su artículo que “Don Porfirio” no acostumbraba utilizar ese tipo de expresiones, por lo que descartó que el ex presidente haya usado esa frase, a la que calificó como “sutil, fina, espiritual”, pero que “no encaja en un carácter de bronce”.
Esa frase, por más anecdótica que parezca, refleja una verdad incómoda: la cercanía geográfica no siempre ha significado cercanía política, mucho menos respeto o reciprocidad. A pesar de integrar con Canadá uno de los bloques económicos más importantes del mundo, las condiciones del intercambio suelen definirse con base en las prioridades y necesidades de los Estados Unidos. Y hoy, bajo una administración que ha demostrado su desprecio por los acuerdos multilaterales, esa realidad podría agudizarse.
Morelos, como parte de la federación mexicana, no está exento de las consecuencias de esta coyuntura. La migración de Centro y Sudamérica, el flujo de remesas, la presión sobre las economías locales y los impactos en el comercio agrícola, son solo algunos ejemplos de cómo las decisiones tomadas en el despacho oval de Washington tienen un efecto directo en nuestros municipios.
Por eso, es momento de hablar con claridad: México no puede seguir actuando desde la pasividad o la subordinación diplomática. Por ello respaldamos el trabajo de nuestra presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, de construir una postura firme, con dignidad, pero también con inteligencia. Que busca fortalecer nuestra soberanía económica, diversificar nuestras relaciones exteriores y, sobre todo, poner en el centro de la agenda la protección de los derechos humanos de nuestras y nuestros migrantes, tanto en tránsito como en destino.
Desde el Congreso local, también tenemos un papel que desempeñar. Es urgente alzar la voz contra cualquier forma de política exterior que ponga en riesgo la dignidad de nuestras comunidades. Pero también es indispensable fortalecer los vínculos locales con nuestras y nuestros paisanos en Estados Unidos, promover hermanamientos, acuerdos de cooperación, y apoyar a las familias migrantes con políticas públicas eficaces, no solo discursos solidarios.
¿Lo peor está por venir? Tal vez ya llegó. Pero no estamos condenados a repetir la historia. La única manera de resistir con éxito a un entorno internacional adverso es con unidad interna, visión de Estado y compromiso firme con los principios que nos definen como nación soberana.
Y para eso, se necesita que desde cada rincón del país –incluyendo Morelos– construyamos un México que no solo esté cerca de Dios, sino también a la altura de su historia.
* Presidenta de la Comisión de Atención a Personas Migrantes en el H Congreso del Estado de Morelos